El suicidio de la historia

@felipe_paris

Hay historias que sobrevivirán a los años, al polvo y al olvido. Hay personajes, dentro de dichas historias, con tanto carisma que nos hacen cómplices de sus angustias. Hay directores que logran captar la esencia del ser humano e inmortalizarlas en el acetato y la luz. Hay películas que durarán para siempre. Escuadrón suicida (2016) no es una de ellas.

Uno debe esperar lo peor para que la dicha sea la sorpresa de un encuentro afortunado. Sin embargo, en el último año, la decepción se ha colado por mi ventana. He asistido a la sala del cinema con glotonería, esperando ser saciado por historias que respondan a la gran tecnología    que domina nuestro mundo moderno; esperando que ellas sean capaces de explicar o dimensionar tanto nihilismo y desesperación. Pero, el hambre no se ha ido, y he terminado riéndome a carcajadas del tropezón de un espectador, mirando mi teléfono móvil o en el increíble y terrible bochorno de roncar con la sala llena.

Escuadrón suicida es la más grande frustración del año. Es la farsa del mercadeo y el consumismo banal. Es un timo a la buena voluntad del espectador. Después de la supuesta filtración del tráiler, y las versiones oficiales, que fueron alucinantes; el despliegue de publicidad fue inmensa, a la mejor manera de los gobiernos dictatoriales y su estrategia de choque: Escuadrón Suicida, iba a dinamitar todas las películas de superhéroes hasta el momento. Sin embargo, al terminar la película quedé con la boca abierta.

Lo que busca la película es divertir, y no está mal. El problema es cuando se cae en esa idea de hacer una evasión fácil, se termina por dejar a un lado aquellos puntos que pudieron ser vitales. En el cine que he revisado este año se encuentra un predominio de la imagen y el sonido sobre las ideas, sobre la Historia y ahí está lo catastrófico; como diría Deboard, “una sociedad del espectáculo donde todo lo vivido es una mera representación”.

Bajo la tutela de David Ayer, director y guionista; las taquilleras estrellas del cine Jared Leto, Will Smit y Margot Robbie logran su cometido: miles de millones de dólares en recaudación. Aplicando la filosofía de Pacho Maturana, me atrevo a decir que a la audiencia, a los espectadores, a los seguidores nos dejan con el mal sabor de que se pudo hacer mucho pero que se terminó haciendo nada.

Esta es la reseña que más tiempo me ha costado, lo confieso con terror. No he podido encontrar una sola secuencia, ni siquiera una escena de donde rescatar una idea. Los personajes son secundarios en su totalidad, carentes de lo necesario para capturar a los espectadores. La hermosura de Harley Quinn se queda atrapada en miradas voyeristas. El gran ausente de la obra es el Guasón, el criminal más icónico del mundo de los supervillanos. No sólo por la calidad innegable de los actores que  intimaron con el antagonista del murciélago de Gótica, sino porque con él se podía abordar una dimensión de la maldad, de la locura, del caos, que la película desaprovecha en una triste parafernalia.

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Para citar este texto:

Paris, Felipe. «El suicidio de la historia» en Revista Sinfín, no. 20, noviembre-diciembre, México, 2016, 47-48pp. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

Felipe Paris

Soy colombiano. Trabajo como profesor en la zona rural de mi país; también me dedico a escribir, ir al cine y caminar. Tengo una deuda de varios millones de pesos. No soporto los discursos largos ni los zapatos sin medias. Mi personaje favorito es el Che. Me gustaría hacerle una entrevista al Sub. Me pueden seguir en @felipe_paris

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