De Marcel y Ana

Una mañana ella se había marchado. Diciéndolo mejor: se había ido, pero ahí estaba. Cuando Marcel abrió los ojos, permanecía totalmente quieta, cuarteada cual lodo seco y su mirada fija en la puerta.

Él le dio un beso suave. Su boca se hizo polvo. Relamió por última vez ese amor sabor a canela.

La noche anterior habíanse gritado tanto. Se evaporó el café de la cena. Marcel destrozó el pan: los adjetivos fueron sus lanzas. Ella hizo de los verbos las más brutales sentencias.

La sujetó fuerte por los brazos, furiosa y enloquecida. Le juró ser sólo de ella, incompleto como lo era.

El amor dado en porciones no es amor, por ello no basta.

Durmieron dándose la espalda. Ni los pies pudieron tocarse. Cuando llegó la mañana, ella habíale llorado tanto que del río solamente quedó tierra.

Marcel le sobó el pecho. Se le sumió el puño.

Adentro, nada de nada.

Le había quitado la vida, sin saberlo.

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Fotografía de Reina Ferradas
Para citar este texto:

Alarcón Toriz, Liliana. «De Marcel y Ana» en Revista Sinfín, no. 18, julio-agosto, México, 2016, 33p. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

Liliana Alarcón Toriz

Liliana Alarcón Toriz es escritora independiente, egresada de la licenciatura en Pedagogía de la UNAM. Pasional, enemiga del tiempo y rencorosa hasta el empacho. Produce cuentos y poesía respondiendo a una necesidad del alma.

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