Túneles

Los agujeros de gusanos o puentes Einstein-Rosen son formaciones que teóricamente pudieran existir en la topología del espacio tiempo, serían sistemas de túneles o atajos que cruzarían todo el universo.

Stephen Hawking

Federica ve un libro con su madre, ella le explica acerca del trabajo que hace en el hospital. Le describe la forma en la que opera a los pacientes que han sufrido algún daño en el cerebro. Usa fotografías para que conozca primero la parte más elemental: las neuronas. Federica pone atención a la anatomía de esas células. Su madre le habla de las ramificaciones que se extienden a través de su cerebro; con su dedo sigue los caminos, impresos en las páginas, que ella acaba de descubrir existen en su interior. En lo profundo de su ser. Su madre le dice que lo que ve, oye y siente, es producto del flujo de información que navega por esa estructura perfecta. Ese día Federica se da cuenta que todo el universo llega a ella a través de las rutas de esos túneles.

Las primeras civilizaciones del universo lograron atravesar la distancia entre las galaxias viajando por los túneles tejidos en la tela misma del espacio. Las entradas de esos caminos eran los agujeros negros. Dentro de esos portales había estructuras que surcaban y unían cada extremo de las galaxias, como si fuera una red de transportación estelar. Pero, aún con su tecnología no podían saber si la formación de ese sistema de conexiones era natural o el producto de un diseño concebido por alguien o algo. Esos primeros exploradores trazaron mapas de rutas que abarcaron sus travesías por millones de soles y constelaciones. Después de mucho tiempo dejaron de viajar por la red de transporte estelar ya que porque hicieron un descubrimiento que se convirtió en su verdadero destino: En lo profundo de los túneles encontraron una puerta por la que era posible atravesar los muros que delimitaban este universo. Navegaron hasta ese portal y lo atravesaron; voltearon hacia atrás y mientras se alejaban observaron la red infinita formada por conexiones que cruzaban lo vasto del espacio y el tiempo. Y se dieron cuenta también que su cosmos era sólo una célula diminuta de una estructura que se desdoblaba y abarcaba incalculables universos. No pudieron evitar notar lo similar de esa imagen con lo que existió algún día en lo profundo de sus cerebros. Mientras se adentraban más, por primera vez en mucho tiempo, empezaron a soñar.

Federica se está quedando dormida junto a su madre en el sillón. Observa, entre los intervalos de los párpados que ceden, la imagen de las rutas y bifurcaciones de las neuronas. Antes de finalmente dormir, se difumina la barrera de su conciencia y sueña que viaja por esos caminos.

*Cuentos que están incluidos en mi libro “Sopa de soles”.

Fotografía de Richard Keis
Fotografía de Richard Keis
Para citar este texto:

Hernández, Óscar. «Túneles» en Revista Sinfín, no. 19, septiembre-octubre, México, 2016, 49-50pp. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

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