Una pálida sombra

Bastaron sólo algunos segundos de su canción favorita para que su mente la trajera de vuelta. Logré que me saludara con una mueca amable.

Desde que había descubierto que unos pequeños detalles servían como interruptores de memoria los usaba con cierta regularidad, pero sin abusar de ellos. Temía que perdieran su poder si lo hacía en exceso.

Los detonadores podían ser los primeros acordes de una canción, las primeras imágenes de una película de Alain Delon o los primeros sorbos de un buen café, esa bebida que tanto le gusta pero que tiene prohibida. Yo suelo darle a escondidas, evadiendo esa regla que me parece tan absurda.

Sólo así sonríe. No me di cuenta cuándo había dejado de hacerlo. Tenía unos vagos recuerdos, sobre todo de mi infancia, en los que mis hermanos y yo jugábamos con ella. En esos momentos había sido feliz sin dudarlo, pero hace ya mucho tiempo de eso. De mi madre ahora sólo queda un semblante gris, un cuerpo apagado por la soledad y la tristeza. La enfermedad no era la culpable, fue sólo un factor más en el espiral que la iba consumiendo.

Al principio me afectaba que no me reconociera, pero también a eso me había acostumbrado. La visitaba a menudo y le platicaba todo lo que me sucedía, esperando alguna reacción. A veces veía un chispazo de luz en sus ojos que me indicaba que estaba regresando, pero en la mayoría de las ocasiones se quedaba congelado y su mirada volvía perderse en otro mundo.

Ese día me confesó, a su manera, que no quería seguir siendo la sobreviviente de un naufragio, quería terminar de hundirse de una vez por todas. Comprendí que nunca iba a volver a ser la misma, que le hacía falta una paz que nadie podía darle. Qué ganas de tener la fuerza para levantar la mano y desconectar aquella máquina que la mantiene en un limbo agónico. Por ahora la veo desvanecerse frente a mí mientras en la bocina de mi celular alguien sigue cantando para ella:

And so it was that later
As the miller told his tale
That her face, at first just ghostly,
Turned a whiter shade of pale…

“Piixan”. Fotografía de Anahí Haizel
“Piixan”. Fotografía de Anahí Haizel
Para citar este texto:

Morales Muñoz, Brenda. «Una pálida sombra» en Revista Sinfín, no. 22, año 4, México, febrero 2017, 31p. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

Brenda Morales Muñoz

(Ciudad de México, 1980) es licenciada, maestra y doctora en Estudios Latinoamericanos (área de literatura) en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es especialista en narrativa latinoamericana contemporánea. Escribe cuentos y formas breves.

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