El origen y la originalidad en la obra poética de Humberto Ak’abal

 

El origen de la creación en la cosmovisión maya

Se trata de palabras antiguas, las más enraizadas en la comunidad indígena de donde es oriundo Humberto Ak’abal, testigo de la creación, de los sonidos ordenados a la obediencia de la voz, destinados a revelar la importancia de asuntos, materias y orígenes de la tierra todoparida (Illescas 2007: 11).

Con el fin de llegar a reflexionar sobre la autenticidad y la universalidad en la obra poética de Humberto Ak´abal, y, para ello, analizar el principio de la creación poética en el contexto de la creación primordial –asociación presente en imágenes de Ak’abal sobre el origen de su poesía–, se busca, a manera de contexto, describir el origen de la creación del universo (que podría llamarse, entre otros, la energía primordial, el principio vital, la fuerza genésica, la fuente de la creación), tal como se presenta en la cosmovisión maya, y en una breve comparación con el mismo principio cósmico en el conocimiento científico. Esta descripción se derivará de un análisis contrastivo y nos servirá como base de comparación sobre aspectos de la cosmovisión maya a lo largo de este trabajo.

Se ha dicho que, a menos que se descubra alguna otra obra de magnitud semejante, el Popol Vuh parece permanecer como la “estera” o el lugar del Consejo, al cual debemos remitirnos para comprender los fundamentos de la civilización maya (León-Portilla 2004: 475).  Este Libro del Consejo, texto sagrado para los k’iche’s, comienza, en el primer capítulo, con la escena del estado cósmico antes de la creación (Tedlock 1996: 64). Se trata de un fragmento denso en lenguaje poético que, a nuestro juicio, contiene características significativas acerca del principio creativo en la cosmovisión k´iche´. Dice, también, Gaspar Gonzáles, escritor y el primer investigador maya de literaturas de su tradición, que en este libro del consejo está escrito la esencia de la vida del pueblo, los secretos hieráticos que estaban en manos del consejo de los ancianos quienes interpretaban los mensajes para la comunidad (González 1997: 73). Ahora, al lado del gran texto colonial, existe un amplio simbolismo, aun circulando en la cultura, acerca del mismo principio vital que, desde los códices y estelas prehispánicas hasta los textos de la tradición oral y la práctica adivinatoria k’iche’, ha sido heredado por la línea de los sacerdotes-chamanes tradicionales.

A continuación se propone definir las cualidades del origen de la creación cósmica a partir del análisis lingüístico y retórico del texto del fragmento señalado del Popol Vuh en tres traducciones: de Adrián Recinos (1947), Adrián Chávez (1981) y de Tennis Tedlock (1985), contrastadas entre sí y con el texto original. El conjunto de cualidades como resultado del análisis del texto será contrastado, a su vez, con las características otorgadas a la naturaleza del principio creativo por los principales símbolos culturales. En ello, me apoyo, sobre todo, en los siguientes estudios: “Rostros de lo sagrado en el mundo maya” de Mercedes de la Garza, “Las ideas cosmológicas mayas en el siglo XVI” de Laura Elena Sotelo Santos, “El arte como expresión de lo sagrado” de Beatriz de la Fuente; “Time and Highland Maya” de  Barbara Tedlock, y el “Libro de Chilam Balam de Chumayel” en traducción de Antonio Mendiz Bolio.

El análisis del fragmento sobre el origen cósmico en el Popol Vuh

El libro, conocido hoy como Popol Vuh, fue escrito, usando el alfabeto latino, en la lengua maya-k´iche´, hacia mediados del siglo XVI, por miembros de tres linajes nobles de más alto rango entre los señores del reino k`iche` (Tedlock 1996: 25). Existe casi la certeza de que el texto se basó en material obtenido de varias fuentes: un códice jeroglífico o una combinación de varios códices, así como en relatos orales tradicionales (León-Portilla 2004: 475). Así, este texto se considera precolombino, puesto que casi todos los investigadores coinciden en que es el resultado de asentar en papel una tradición oral más antigua (Sotelo Santos 2012).

Desde que el manuscrito fue descubierto, a principios del siglo XVIII en Chichicastenango, Guatemala, por el sacerdote español fray Francisco Ximénez, quien lo transcribió y castellanizó, se han hecho numerosos esfuerzos por traducir esta obra a otras lenguas. La traducción más conocida y aceptada de las traducciones al español proviene de Adrián Recinos, publicada en 1947 por el Fondo de Cultura Económica de México, con el título de Popol Vuh (Valencia Solonilla 2000), y es a la que hace referencia también León-Portilla en su antología de la literatura mesoamericana (2004: 477; 480-555). León-Portilla, sin embargo, no menciona, en la lista de las traducciones, el trabajo de Adrián Inés Chávez (publicado en 1981), que es prácticamente desconocido por el gran público y la crítica especializada, aunque representa, según consideraciones de algunos autores que lo conocen, la más lograda y auténtica de las versiones al español de la que es considerada la obra literaria más extensa y compleja de las letras prehispánicas (Valencia Solonilla 2002). Tanto Recinos como Chávez tuvieron como fuente  el manuscrito de Ximénez, que, después de un largo viaje, había llegado a la Biblioteca Newberry de Chicago. Mientras que Recinos, al mismo tiempo, siguió el ejemplo de la traducción realizada al francés en 1861 por Charles Etienne Brasseur de Bourbourg (Valencia Solanilla 2000),  Chávez tuvo la ventaja de tener el maya-k’iche’ como lengua materna y tener acceso más directo a la visión del mundo acorde con el sentido original del texto sagrado (Valencia Solonilla 2002). El Popol Vuh de Adrián Recinos  y el Pop Wuj de Adrián Inés Chávez ofrecen traducciones muy distintas, con valores literarios y cosmogónicos disímiles, que es preciso destacar y estudiar (Valencia Solonilla 2002). La tercera fuente para este análisis es la traducción al inglés por Denis Tedlock (publicación de la primera edición en 1985), realizada en colaboración con Andrés Xiloj Peruch, sacerdote y adivino de tradición del pueblo de Momostenango, y con un comentario basado en el conocimiento ancestral de los k’iche’s contemporáneos.

León-Portilla señala que la interpretación del k´iche´ a una lengua europea presenta tantas posibilidades de variación que  hay dificultades para seguir la correspondencia entre las versiones de Tedlock y Recinos (León-Portilla 2004: 478). No sabemos si, con ello, se refiere a que esta traducción sería menos complicada a cualquier otra lengua que no sea indoeuropea (a un idioma fino-úgrico, por ejemplo). Pero lo que posiblemente quiere decir este autor es que la dificultad está en que, en el idioma maya se tiene que ver con una estructura y una cosmovisión esencialmente distintas a las de las lenguas indoeuropeas, lo que implica escoger entre caminos de traducción, a veces, muy alejadas entre sí, desde un intento de acercarse al contexto cultural del texto de origen hasta una domesticación del mismo. Cabe mencionar, también, que ha habido numerosos autores que han hecho investigaciones sobre esta joya de la literatura maya, pero lamentablemente no contamos con abundantes trabajos mayas actuales que se pronuncien al respecto, a partir de un análisis y traducción desde su propia visión. /…/ Mediante elementos lingüísticos y culturales podrían los mayas aportar mayores datos en la interpretación del Popol Vuh, ya que muchos de sus contenidos subsisten en la vida maya (González 1997: 75). Por esto último, se destaca una nueva edición revisada de Tedlock que, junto a sus ayudantes k`iche`s, y apoyándose también en logros actuales en el campo de estudios mayas, recogió nuevos datos que hicieron posible detectar, entre otros, errores de redacción en el manuscrito, introducir cambios en la interpretación y en la  traducción. Algunos de estos cambios, como dice el traductor, son subtle refinements and [there are] others that readers of the previous edition may find surprising. (Tedlock 1996: 15)

A continuación presentaremos, junto al texto original, las tres traducciones del párrafo, para comenzar su análisis contrastivo mediante una lectura cuidadosa:

Are utzijoxik wa‘e: k‘a katz‘ininoq, k‘a kachamamoq, katz‘inonik, k‘a kasilanik, k‘a kalolinik, katolona puch upa kaj. (Tedlock 1996: 221)

This is the account here it is: Now it still ripples, now it still murmurs, ripples,  it still sighs, still hums, and it is empty under the sky. (Tedlock 1996: 64)

Relato de lo que todavía era silencio, vibración, fermentación. Vibraba, espasmaba, palpitaba, es decir, cuando el cielo estaba vacío. (Chávez 1981: 33)

Esta es la relación de cómo todo estaba en calma, en suspenso, todo en calma, en silencio, todo inmóvil, callado, y vacía la extensión de cielo. (Recinos 2012: 169)

Este texto sobre el origen de la creación es de los fragmentos poéticos más tensos en Popol Vuh. Es interesante observar, primero, que la tensión en esta oración se crea entre cinco verbos, así como son los cinco puntos cardinales – cuatro esquinas y el centro –, entre los que se extiende el universo (Recinos 2012: 168). Además, cuatro de los verbos en k´iche´, cuyas raíces son: tz´inin-, chamam-, tz´inon- y lolon-,  contienen aliteración reduplicativa (Tedlock, 1996: 221), lo que puede indicar una mayor intensidad en la acción de parte de ellos. Tal vez no sea casualidad este detalle, ya que el mayor peso en la extensión cósmica cae, simbólicamente, en los cuatro lados y las cuatro esquinas (Tedlock, 1996: 63-64).

Todos los cinco verbos en la versión original son onomatopéyicos, abriendo la lengua hacia la imitación de lo que se está extendiendo afuera de ella, en lo vacío del cielo primordial. De esta manera, aunque los sonidos en la poesía k´iche´ parecen, en ocasiones, tener más importancia que la sintaxis, están siempre en el servicio del significado. (Tedlock, 1996: 204) Tedlock, con el fin de conservar esta relación íntima entre la forma y el contenido en la traducción, así como para mantener la movilidad del significado de las voces onomatopéyicas, ha propuesto usar sonidos con sentidos cercanos en inglés que se pueden expresar en verbos. En las dos traducciones en español, de Chávez y de Recinos, se ha optado por un camino distinto y acercarse al texto k’iche’ por vía interpretativa; estas interpretaciones, a su vez, resultan en dos concepciones sorprendentemente alejadas entre sí.

Los textos de Chávez y de Tedlock se asemejan en el esfuerzo por expresar el contenido cosmológico original. Si Tedlock encontró su punto de partida en un ambiente de sonidos (con verbos ripple, murmur, sigh, hum), Chávez, de su parte, ha captado una imagen similar expresando movimientos vibratorios, característicos al propio ambiente de sonidos. Y aquí cabe señalar que para el oído del hablante nativo en k´iche´, como explica Tedlock, este fragmento compone un sonido de caos, pero no un caos salvaje e irracional como en los mitos occidentales, sino, precisamente, un caos de vibraciones y pulsaciones (Tedlock, 1996: 204).

La versión de Recinos, en contraste, presenta una imagen estática de un estado “en calma”, “en suspenso” y “callado” que carece de toda alusión a actividad. Las cinco voces de base en formas verbales se han convertido en adjetivos y, además, de carácter pasivo. Compárese, por ejemplo, “vibración” con “en calma”, “fermentación” con “en suspenso”. Su “inmóvil” es del todo estático, en comparación con lo que “espasmaba” en la traducción de Chávez. “En calma”, aparte de sugerir el silencio y la falta de movimiento, incluye también una posible connotación a la inercia, así como a la indiferencia, lo que contrasta, en su conjunto, con la agitación en el campo semántico de “ripple” en la versión de Tedlock. “En suspenso” indica un estado en reposo, pero también la expectación impaciente y ansiosa por el desarrollo de un suceso. Se entiende, a partir del texto de Recinos, que ante la creación del universo había una espera, abstracta y pasiva a que algo sucediera sin la participación activa de lo que ya existía. Porque, de hecho, no puede existir, en la ontología occidental, una entidad activa antes de la existencia.  Y, quizás, esta aparente contradicción (para la retórica occidental) haya sido la razón por la que el traductor trató de evitar el uso de formas verbales y un sujeto en acción, sustituyéndolos con un “todo inmóvil” que equivale, en la impresión que deja, a la nada: porque dice el mismo texto dice el cielo aún estaba vacío. De esta manera, Recinos convierte la oración principal en algo que no se contradiga, según los criterios del pensamiento occidental, con lo vacío del cielo. En el pensamiento maya, sin embargo, no surgen contradicciones de este tipo y, además, en este caso no se parece referir a algo inexistente, sino, como veremos en adelante, a algo invisible para el ojo humano.

Tanto Chávez como Tedlock han optado por conservar, en el texto, la existencia de un sujeto en acción, que podría llamarse, tal vez, la energía originaria o la conciencia cósmica. Chávez encuentra la manera de expresarlo en una abstracción sutil por medio de la forma neutra del artículo “lo” aunque, al mismo tiempo, transforma en sustantivos los primeros verbos, disminuyendo, por un grado, el carácter activo de la expresión. Tedlock, de su parte, brinda una traducción literal y usa el pronombre personal “it”, manteniendo, también, los verbos activos, de manera que aparecen en el texto original. Queda claro, en ambas versiones, que las cinco variaciones de actividad se complementan en un solo actor: el origen de la vida que parece insistir en la pluralidad como presupuesto de la creación.

Es notorio que la existencia del sujeto gramatical activo en la traducción de Chávez y de Tedlock trasfiere la sensación de un principio vital en el proceso de la creación, a diferencia de la traducción de Recinos que representa, más bien, una introducción pasiva a un relato pasado.

A medida que vamos avanzando con el análisis, se revelan con más profundidad las cualidades del origen creativo en el texto y, al mismo tiempo, se aclara la función del texto como herramienta de la creación misma, visible, sobre todo, en la traducción de Tedlock.

Una de las señales principales es el uso del tiempo gramatical. Cabe destacar que el texto original indica a que la acción expresada se realiza actualmente: k’a es “aún, todavía”; ka- señala el aspecto incompleto en el verbo; y –oq agrega el significado de “ahora”. Se nota la intención interior del texto de traer el estado primordial del cosmos ante el lector (o, originalmente, ante los participantes de un recital ceremonial) en el tiempo presente, montando una escena más que relatando un evento mítico. Sin embargo, los traductores, generalmente, lo han convertido en el pretérito. (Tedlock 1996: 221) Tanto Recinos como Chávez han decidido por formas del pretérito, posiblemente por querer dar al texto más peso como relato mítico (y la retórica de los mitos, así como se conoce en la tradición occidental, raras veces recurre al presente). Tedlock, por lo contrario, parece valorar la traducción literal cuando, en casos como este, se es consciente de contenidos textuales que mejor se expresan mediante sus formas originales. Su texto sigue en detalle el original (subrayé las partículas k’a (“todavía”) y –oq (“ahora”) para observar la concordancia con la traducción): k‘a katz‘ininoq –„now it still ripples“, k‘a kachamamoq – „now it still murmurs“, katz‘inonik – „ripples“, k‘a kasilanik – „it still sighs“, k‘a kalolinik – „still hums“. El texto original, y la traducción de Tedlock, presentan el estado cosmológico anterior a la creación como un proceso todavía presente y no como un evento pasado. La reduplicación en las raíces verbales tz´inin-, chamam-, tz´inon- y lolon-, también, puede referirse a una acción repetida y /o frecuente. Es decir, se entiende que la creación del cosmos y de la vida no se completó en la propia „génesis“, a lo que alude, a manera formal, incluso el aspecto incompleto presente en todos los verbos: la partícula ka-, y, de forma directa, la repetición de –oq: „ahora“. Se trata, entonces, de una creación en proceso continuo y presente, en todo momento y espacio: „this is the account here it is…“, a partir de un origen activo y – muy importante – oculto, pues, así como sigue en acción la fuerza creativa, también sigue „en vacío“ el cielo: „ … and it is empty under the sky

A diferencia del texto de Recinos que elimina (modificando aspectos semánticos y gramaticales) el contraste entre el espacio vacío y la existencia de una sustancia activa antes del primer „amanecimiento“, las versiones de Tedlock y de Chávez mantienen esa aparente contradicción que, dentro de la cosmovisión maya, caracteriza el importante aspecto de la energía creadora: ésta está, a la vez, presente y oculta. Y como tal – principio oculto –, es visible a los seres de la „vista clara“: adivinos y poetas – tema que ocupará nuestra atención en el siguiente capítulo de este trabajo –, así como es observable, por medio del recurso mismo de la contradicción semántica, en el lenguaje poético. Esto último habla, en realidad, de la función sagrada del libro y de la escritura para los mayas. Esta función consiste, precisamente, en posibilitar el alumbramiento de lo oculto: los códices de Popol Vuh o el Libro de Consejo constituían, para sus usuarios, el ilb’al, la „herramienta para la vista“ o el „lugar para ver“ (Tedlock 1996: 21). Afirma Andrés Xiloj, el sacerdote tradicional e intérprete de textos sagrados en k’iche’, quien colaboró con Denis Tedlock en la traducción de Popol Vuh: “if one only knew how to read it perfectly /…/, it should reveal everything under the sky and on the earth, all the way out to the four corners”. (Tedlock 1996: 18)

A la noción de lo oculto se refiere en el texto de varias formas. Aunque los verbos en acción en k’iche’ sean onomatopéyicos y se puede, en efecto, dar interpretaciones muy variadas a los sonidos, algunos de sus significados señalan voces claramente sonoras: tz’ino indica a un sonido;  silan refiere a un proceso audible en la atmósfera relacionado con el viento; con lolin se imita el sonido del grillo (Tedlock 1996: 221). Esto, también, contribuye a crear el misterio y expresar alusión a algo oculto: se escuchan sonidos en un espacio que se ve vacío. No obstante, entre los significados de estas voces sí existen, también, diferentes aspectos de silencio y la calma, escogidos por traductores (Tedlock 1996: 221). Recinos, como vimos, optó por el campo semántico del silencio, lo que podría explicar que su versión no conserva el misterio del texto original, pues lo sustituye con una simple lógica: todo estaba en calma e inmóvil, porque el cielo estaba vacío. Esto también lleva a la lógica de usar el pretérito: es evidente que esta descripción del universo inmóvil y silencio en tiempo presente no tendría sentido. Por otro lado, el uso del pretérito, agrega aún más al efecto estático. Es interesante notar que aunque también Chávez usa formas del pretérito, su texto sigue, sin embargo, expresando la función de un proceso activo de una manera similar que la traducción literaria de Tedlock. Esto, creemos, se debe a la función del sujeto, ya explicada anteriormente: si la versión de Recinos coloca en el foco de atención el relato como objeto pasivo, Chávez y Tedlock reconocen como protagonista la energía en acción. De esta manera,  Chávez, a pesar de que usa, también, “silencio” en su texto, conserva la noción de algo oculto.

Cabe detenernos en el concepto del silencio y lo que anuncia acerca del origen creativo en el texto. En la traducción de Recinos, como se vio, “silencio” denota un estado de reposo, calma y sosiego, igual que la falta de sonidos y ruido. Ahora bien, vale señalar que, en español, el campo semántico de “silencio” comparte, también, algunas connotaciones con el sigilo, el secreto, la ocultación y el misterio. A ello parece sugerir el texto de Chávez, en el que el “silencio” indica, más bien, la afonía que falta de movimientos, pues otros verbos en él anuncian pequeños impulsos en el espacio (vibración, fermentación, espasmar, palpitar), en el que hay lugar también a los demás significados señalados. El “silencio”, aunque no se nombra, está presente también en el texto de Tedlock, donde adquiere la cualidad del “ruido blanco” (Tedlock 1996: 221), anunciado por su selección de voces: “ripple” (formar pequeñas ondas, extenderse), “murmur” (murmullar, susurrar), “sigh” (suspirar), “hum” (zumbar, resonar, bullir).

Unas observaciones de la fonética y los recursos retóricos vienen a profundizar estas nociones sobre el principio de la creación. Se forma un efecto acústico-conceptual por el movimiento rítmico de las repeticiones, entre las que se observan la aliteración (la repetición notoria del mismo o de los mismos sonidos, sobre todo consonánticos) y el paralelismo (repetición, salvo mínimas variaciones, de una misma frase, sintagma o palabra) en el texto. Por ejemplo, la aliteración más notoria se crea, en el texto original, en repetirse la partícula del aspecto incompleto ka- al inicio de todos los cinco verbos de la oración principal, efecto que se aumenta aún en cuatro de los verbos, precedidos por el adverbio k’a („todavía“): „k’a katz’ininoq, k’a kachamamoq, katz’inonik, k’a kasilanik, k’a kalolinik“. Un hallazgo intrigante aquí es que esta doble aliteración, que agiliza el movimiento de la acción expresada por los verbos, se da, visualmente, en una simetría significativa antes y después del centro del fragmento. En la posición céntrica está el quinto verbo, tocado por la aliteración sólo en la partícula inicial ka-, y en el que, por tanto, se suaviza el efecto del movimiento: una posible alusión al centro del cosmos alrededor del cual se mueve, con una mayor fuerza, el proceso de la génesis.

El verbo en el lugar céntrico, katz’inonik es una variación, tanto en forma como en significado, del primer verbo katz’ininoq; ambos denotan, al mismo tiempo, estados de calma y silencio, y los sonidos producidos por las máquinas electrónicas y otros más sonoros en el oído (Christenson 1997). Se nota, por lo tanto, cierto paralelismo, que aparece también en las traducciones, en las que un mismo verbo se coloca tanto en el centro como al inicio de la oración principal. Se repiten, según la interpretación: “en calma”, “vibración /vibraba”,  “ripples”. Tiene menor efecto esto en el texto de Chávez porque la oración se ha cortada en dos y el sonido repetido aparece, en una frase como sustantivo y en la segunda, como verbo. Recinos expresa el paralelismo, pero sin la variación del grado de intensidad que brinda el texto original: k’a katz’ininoq /…/ katz’inonik, la cual es tomada en cuenta, literalmente, por Tedlock: “Now it still ripples /…/ ripples”.

Aquí, de nuevo, llama la atención un posible fondo conceptual. Se trata de la interesante confluencia entre el campo semántico del verbo y la forma retórica de paralelismo en grado menguante.  Tanto en k’iche’ como en inglés, el verbo alude a minúsculos movimientos ondulantes o vibratorios, incluso invisibles, percibidos, a veces, como un ruido bajo. Estas pequeñas ondas, en el texto, inician intensas y acentuadas en el presente (now it still ripples), y, después de un intervalo de tiempo, vuelven a darse con menor grado de energía como un eco (ripples). Tal movimiento repetitivo y menguante, característico, por ejemplo, a las ondas acústicas o a las del agua en la que se tira una piedra, parece definir, también, la esencia del origen en el texto. En el proceso continuo de la creación los movimientos se repiten en ciertos intervalos de tiempo, pero siempre con modificaciones. Se podría decir que se trata de una repetición parcial. Además, al verla en la oración, se nota que lleva una interacción con otro movimiento lineal: „Now it still ripples, now it still murmurs, ripples, it still sighs, still hums“(Tedlock 1996: 64). Al desarrollo lineal sigue una repetición parcial, a la que sigue, de nuevo, el desarrollo lineal. En ello es posible reconocer el movimiento en forma espiral, que ha dado lugar a la noción del tiempo mismo como movimiento en varias direcciones simultáneas, en forma del círculo y lineal, observable en el antiguo sistema calendárico y en su uso adivinatorio de parte de los sacerdotes mayas contemporáneos, descrito rigurosamente en el estudio de Barbara Tedlock. (Tedlock B. 1982)

El paralelismo, además, se produce a lo largo de toda la oración principal del fragmento, al repetirse el sintagma con el que se expresa el sujeto en aspectos de  actividad ligeramente variados. Ya habíamos llegado a observar antes que el origen de la vida parece insistir en la pluralidad como presupuesto de la creación. Ahora bien, desde el punto de vista de la retórica  tradicional maya, el uso del paralelismo se relaciona, en efecto, con la noción de una realidad complementaria y polisémica: tiene la función de connotar y comunicar algo desde distintos puntos de vista para completar el significado del enunciado (Craveri 2012: 29-33). Esto confirma la observación textual anterior que, en el caso del principio creativo, no sólo tenemos un punto originario del que nace la diversidad, sino que esa diversidad ya es parte integral del origen mismo, así como lo es en una semilla, o en el propio lenguaje del texto: lo referente a “silencio”, “vibración”, “fermentación”, “espasmar” y “palpitar” en su conjunto será la fuerza primordial, así como entre la variedad  vibratoria de “ripple”, “murmur”, “sigh” y “hum” se compone la unidad necesaria para la creación.

El origen creativo, así, se percibe como una dialéctica entre varios componentes (reflejados en el texto por verbos de distintos matices semánticos) para una actividad fértil, algo que requiere de diferentes aspectos para ser completo y tener la capacidad de movimiento y fecundación. Si en las traducciones de Chávez y Tedlock, los verbos representan distintos aspectos semánticos, complementarios en el pensamiento maya, el texto de Recinos tiene un campo semántico más uniforme, característico, más bien, a la una visión occidental.

La dialéctica maya, relacionada con la idea de pluralidad, que vemos en el principio original, junto a la repetición de las unidades de pensamiento con una estructura similar, tendrá la función de evocar, crear una realidad completa y armónica, función descrita en relación con el paralelismo en textos sagrados mayas (Craveri 2012: 29-33)

A la función creativa del principio vital corresponde en el texto, perfectamente, el uso de la onomatopeya, que parece señalar, desde el principio, el carácter activo, polisémico y polivalente del origen: los verbos onomatopéyicos son voces vivas, sujetos en acción que, provocando imágenes con alusiones al movimiento de ritmos sonoros, provocan el movimiento mismo al ser recitados: se reproducen, físicamente, los sonidos de los movimientos genésicos.

Aunque algunas interpretaciones y traducciones hayan hecho que, en la literatura sobre la génesis del cosmos maya se hable, casi siempre, del silencio y la inmovilidad que, en un estado estático,  pasivo y pasado, regía el cielo y el océano primordial antes de la creación (Sotelo Santos 1988: 18) (De la Garza 1998: 33-36), el análisis aquí realizado, contrastando elementos de lingüística y retórica en tres traducciones y en el texto original del primer fragmento de Popol Vuh, sugiere que el origen de la creación cósmica para los k’iche’ se caracteriza, en realidad, tanto por sonidos como por la movilidad, provocados por una continua actividad de algo que llena el espacio “vacío”: es decir, está en todas partes, pero oculto. Está “aquí” y “ahora”, todavía presente y activo: “here it is”, “now it still murmurs”. Esto contradice, casi del todo, lo que dicen los análisis basados en la traducción de Recinos: “el texto alude al tiempo primordial que precede a la creación, /…/ el cosmos era silencioso, estático, oscuro y sin vida” (Sotelo Santos 1988: 18) o, lo que se deduce automáticamente de una tradición de “mitos universales” y desde una perspectiva dualística: “como el mundo es devenir ordenado, se cree que el estado previo es estatismo caótico o indiferenciado” (De la Garza 1998: 33).

Se trata, además, de un principio compuesto por una diversidad de aspectos, entre los que se complementa un “todo” pleno e íntegro que, sin embargo, no es un hecho fijo y pasado, sino sigue en evolución constante. Por consiguiente, la creación del universo, según este fragmento del Popol Vuh, no se acabó en un tiempo “mítico”, sino que continua en la propia esencia de su origen.

Esta evolución del origen parece, incluso, ser progresiva en su dinamismo, notable, sobre todo, en la traducción de Tedlock por el uso fiel de las formas activas que destacan el tiempo presente y el aspecto inacabado de la acción en el texto original; por la alusión a la repetición de verbos en forma espiral; por la onomatopeya que reproduce los sonidos rítmicos genésicos, así como por las connotaciones del verbo „ripple“ que, refiriéndose a pequeños movimientos ondulados, también apunta a algo que se está extendiendo.

En comparación con el conocimiento científico

Aquí, antes de seguir, cabe verse una intrigante comparación con la descripción que a los procesos de origen en el universo da la ciencia moderna. El denso lenguaje poético en el fragmento de Popol Vuh ofrece asociaciones con la existencia primordial en un estado altamente conciso de energía, que, según la teoría del Big Bang, provocó una gran explosión que dio lugar al universo, y que, desde entonces, hace que éste se esté extendiendo[1]. El universo está compuesto (por el 95 %) de la “materia oscura” y de la “energía oscura”, invisibles en cualquier frecuencia electromagnética.  La existencia de la “materia oscura” sólo se nota en cuanto a su influencia a la materia “normal” o detectable.  En cambio, “la energía oscura”, que forma la mayor parte del cosmos, es del todo oculta y de ella se sabe poco. Así es que con esta “energía oscura” se asocian procesos que aún no tienen una explicación clara: por ejemplo, la circulación de las galácticas o la creciente aceleración de la expansión cósmica, a pesar de la fuerza de la gravedad que va en aumento entre galácticas cada vez mayores y más numerosas. Es decir, el principio oculto, que hace mover al universo, es algo que funciona contra la fuerza de la gravedad y estira el espacio cósmico hacia los cuatro lados y las cuatro esquinas desde un centro que marca el origen. Además, lo hace cada vez más rápido. En el texto visto, se estira el lenguaje hacia los cuatro verbos más cargados desde el verbo céntrico, origen e impulso del movimiento. Tal centro textual, en la versión de Tedlock, es el mismo “ripple” que alude a la extensión, pero que podría, también, hacer referencia al fenómeno de “ripple effect”: a la onda expansiva o al efecto dominó. Esto es, al dinamismo de la aceleración progresiva. A ello se une el uso del paralelismo, creado con el mismo verbo, que alude a una progresiva connotación del referente que se repite y se expande, a la vez, en forma de espiral. Ahora, recordemos que nuestra galáctica, también, tiene una forma de espiral.

Los descubrimientos científicos coinciden con lo que nos revela el texto k’iche’, también, en que la materia primordial variaba, sutilmente, en la densidad. En el texto analizado varia la densidad del lenguaje poético. Además, se cree que son estas variedades que logró componer la sustancia dinámica para dar lugar a la existencia: it is these tiny density variations that are thought to have clumped up to form the Universe’s very first galaxies, sparking the progression towards the Milky Way, the formation of the Sun and Earth, and ultimately, us[2]. Esta información coincide con la observación nuestra sobre la complementariedad de aspectos semánticos ligeramente distintos en los verbos del texto, expresando una progresiva connotación de la pluralidad de perspectivas como requisito para componer un “todo” productivo. La idea de la variedad complementaria en el origen cósmico, en relación con el lenguaje poético, tiene valor de la movilidad y polivalencia de significados. De esta manera, el propio lenguaje poético se presenta como la materia para la creación, que une el ámbito natural con el ámbito artístico en un mismo concepto del origen creativo.

Otro aspecto de interés acerca del origen permanente y oculto del universo, se revela en relación con la percepción del tiempo. En el texto original, las formas del presente se refieren tanto a sucesos pasados como presentes, lo que indica que lo presente contiene lo pasado. También, el hecho que algunas traducciones del mismo texto hayan utilizado el pretérito y otras el presente, señala una variada posibilidad de interpretaciones acerca del tiempo referido. Así, los tiempos, también, se complementan; o, más bien, no hay un límite fijo entre un tiempo pasado y presente. Esto, a su vez, implica, que en todo momento se tiene acceso a los demás momentos, pasados o venideros. Tal percepción queda ilustrada, en el cosmos, con la observación del cielo nocturno que, en efecto, es una imagen del pasado en el presente: la luz de una estrella tarda viajando miles y millones de años, dependiendo de su distancia, hasta que nuestra vista la alcance. Lo que vemos ahora, se originó antes, y lo que ahora sucede, saldrá a la luz más tarde. Cuanto más lejos miramos en el universo, más lejos iremos en el pasado: el tiempo separa y conecta.  En todo momento existe mucho más de lo que vemos: la luz de los millones de nuevas estrellas y galácticas, ya presentes ahora mismo, aún queda oculta. Es posible que el uso del tiempo presente en el texto original sobre el estado anterior a la creación, se deba, precisamente, a descubrimientos que obtuvieron los mayas en  la observación del cosmos. Porque lo interconectado de los tiempos se expresa, de una manera parecida, en el uso del calendario y la lectura de “la sangre”, tradiciones combinadas en la práctica adivinatoria de los sacerdotes-chamanes k`iche’ (Tedlock, B. 1982). La idea que queremos destacar, con estos ejemplos, es que el origen oculto del universo, que estaba presente al inicio y aún lo está, atraviesa todos los tiempos y espacios. Por lo que es natural que, acudiendo al origen, todo se puede conocer. La información no falta. Ahora bien, lo que permite el acceso a la fuente, es la habilidad de contacto con ella. Si la ciencia aún carece de medios para comunicarse con  la “energía oscura”, el lenguaje poético siempre ha tenido una vía de acceso, funcionando, a su manera, como el cosmos mismo, como la propia naturaleza en creación. Finalmente, esto parece explicar la capacidad con la que el Popol Vuh expresa esencias universales.

Lo que acabamos de ver es inspirador: con imágenes poéticas y recursos lingüísticos se expresan, en el antiguo texto de la tradición maya, los mismos aspectos sobre el origen cósmico que describen los descubrimientos científicos relativamente recientes. Claro, a una conclusión similar se ha llegado en otros estudios como “El Popol Vuh tiene razón” de Domingo Martínez Paredez que asegura que este texto k’iche’ encierra grandes conceptos científicos y filosóficos sobre la naturaleza, que posteriormente fueron descubiertos por los europeos (González 1997: 74). De esta manera, los “hechos” científicos, a los que se ha referido en los últimos párrafos, vienen, realmente, a confirmar la validez de nuestra interpretación sobre el posible contenido cosmológico del texto. En efecto, según el análisis aquí realizado, la naturaleza del origen creativo en el fragmento del Popol Vuh se asemeja más a la descripción científica que a la que propone la traducción de Recinos.

En este contexto es significativo señalar, también, la diferencia en los títulos: la versión de Recinos, “Popol Vuh: las antiguas historias del Quiché”, asienta el texto en un marco estrecho de un pueblo, mientras que el Pop Wuj en el título de Adrián Chávez, se refiere a  Libro del tiempo o Libro de acontecimientos, que es como si se dijera “Historia del Universo»  (Valencia Solonilla 2002). La traducción de Dennis Tedlock se titula: „Popol Vuh. The Mayan Book of the Dawn of Life”.

En comparación con el simbolismo en la cosmogonía maya

Otra fuente de información, para profundizar en nuestra interpretación sobre la naturaleza del origen en el texto analizado desde la propia perspectiva maya, son los símbolos culturales asociados con el principio cósmico, que circulan en la cultura maya desde las historias míticas y el discurso ceremonial sagrado hasta el arte de los tejidos y el lenguaje divinatorio de los sacerdotes-chamanes. A nuestro juicio, se trata de una valiosa posibilidad de comparación para ampliar la noción del origen creativo, según se comprende en el área maya todavía hoy en día.

Se resumirá, a continuación, la descripción de los principales símbolos referentes al principio vital cósmico, en una breve comparación con el texto analizado:

Dice el Popol Vuh que, antes de que se creara el universo, existía el Corazón del Cielo, la energía divina primordial: se trata de un ser trascendente, poderoso, infinito y eterno, como el cielo mismo, cuya fuerza genésica ha dado origen al universo (Sotelo Santos 20012: 84). El aspecto creador del Corazón del Cielo se manifiesta en cuatro dioses quichés: Huracán, Una Pierna, Caculhá Huracán, Rayo de una Pierna, Chipi Caculhá, El Pequeño Rayo y Raxa Caculhá, El Rayo Verde (Sotelo Santos 2012: 85). Un rayo, un pequeño rayo, o un rayo azul y verde produjeron una chispa de vida, poderosa y fertilizante con la que el mundo comenzó a existir (Sotelo Santos 2012: 85-86). Esta descripción de diferentes rayos, que juntos produjeron la poderosa „chispa“ genésica, crea una clara asociación con la gran explosión cósmica, pero también habla de la variación de aspectos complementarios que vimos tanto en los verbos del texto como en la materia primordial del universo. Los cuatro dioses (como los cuatro verbos en el texto) son una variedad de manifestaciones de un principio cósmico total y oculto – el Corazón del Cielo –, que recuerda su presencia, periódicamente, por medio de rayos de una densa y concisa energía que se extiende en „lo vacío del cielo“. Por asociaciones tan claras, el fragmento del Popol Vuh podría, en efecto, interpretarse como una manifestación onomatopéyica del Corazón del Cielo mismo. Además, algunos de los verbos del texto original significan sonidos sonoros y, entre ellos, silan se refiere a un proceso audible en la atmósfera, mediante el cual se va calmando el viento (Tedlock 1996: 221).

Pero esta energía total y divina no sólo cuenta con la acción del fuego celeste, sino que vino acompañada de un líquido divino, lleno de vida, semejante al esperma: la lluvia, y en una fecundante tormenta en la que se combinan agua, aire y fuego, las energías cósmicas de Huracán crearon la tierra. /…/ En otros términos, el Corazón del Cielo posee las energías de la fertilidad biocósmica (el rayo, la tormenta y la lluvia), por eso el Popol Vuh dice que el dios «se llama Huracán» (Sotelo Santos 2012: 85-86). En esta imagen de una divina sustancia líquida comienzan a cobrar significado cosmológico las palabras de la traducción de Chávez: vibración, fermentación y sus connotaciones. Por ejemplo, los sinónimos de la fermentación: la alteración y la efervescencia – desprendimiento de burbujas gaseosas a través de un líquido – indican el carácter vivo y dinámico de la sustancia genésica descrito en los símbolos; la transformación como otro sinónimo alude, al mismo tiempo, a su capacidad creativa y cambiante en unión con aspectos complementarios del aire y el fuego. Como consecuencia, en una „fecundante tormenta“, las ondas sonoras producidas por los relámpagos, también „vibran“. A su vez, los sinónimos de „vibrar“: temblar y sacudir, estremecer y oscilar, se remiten al huracán mismo – fenómeno meteorológico, que convirtió de conocimiento universal la antigua palabra k’iche’.

Con el carácter acuático del Huracán se identifica, también, Gucumatz o la Serpiente de la Vida (De la Garza 2001: 22), la serpiente sagrada, energía concentrada que infunde vida al mundo (De la Garza 1998: 78), el principio fecundante del cosmos (De la Garza 1998: 154). Es el pájaro-serpiente (serpiente quetzal) que alude al movimiento en tierra, agua y aire (De la Garza 1998: 36). La energía vital, simbolizada por la serpiente, que genera y da perpetua vida al cosmos (De la Garza 2001: 22), reside en la sangre, el fluido divino (De la Garza 1998: 105), que viene de los dioses, pues el hombre se formó de la masa de maíz y la sangre de serpiente (De la Garza 1998: 154-155).

Posiblemente haya sido este simbolismo de la circulación de la sangre y el pulso del corazón como manifestaciones de actividad genésica, que ha influenciado a Chávez a emplear los verbos “palpitar” y “espasmar” en su versión del texto.

Aquí, en el contacto con la simbología, la versión de Adrián Chávez abre toda una nueva perspectiva, fértil para amplias interpretaciones. El origen como un pulso energético, una vibración y palpitación, que conecta el tiempo primordial con el ahora, en el corazón, en la sangre, en la corriente de los ríos, en el ritmo de los versos, donde sigue el pulso original.

Tal vez es por renunciar la imagen estática y la noción de “lo pasado” en las traducciones anteriores, que el trabajo de Chávez se haya considerado como un “Pop Wuj depurado, vale decir, decolonizado” (Recinos 2012: 71).

El pulso se escucha también desde el agua uterina, manifestación del mismo origen divino (De la Garza 1998: 104).  El agua, generadora de vida por excelencia, que circula en todo (De la Garza 1998: 104), es una de las principales manifestaciones de lo sagrado (De la Fuente 2002: 145): La epifanía de la energía creadora del dios es una nube, primera muestra de su actividad celeste, e indicador del agua y de la fecundidad que de aquí emanará. Su nombre en maya yucateco es Itzam Na, que /…/  es «el rocío, o sustancia del cielo y nubes»; /…/ el nombre Itzam  se forma de las raíz itz, que se relaciona con los líquidos vitales que dan lugar a la existencia, a la vez que its’ se vincula con los conocimientos sagrados del universo (Sotelo Santos 2012: 84). El agua,  como la sangre, es representada por la serpiente (De la Garza 1998: 105), símbolo, a la vez, de la sabiduría cósmica. Esto, también, se refiere a un principio consciente.

En los símbolos revisados, el origen de la creación es un principio infinito y eterno, pero en un constante proceso trasformador en sus elementos componentes. Es un poder divino, pero no distante al ser humano, pues como origen creativo se mantiene en todo lo creado: la energía vital corre por medio del agua, la sangre, en el jugo de los árboles; hace mover  los “destinos” o días del calendario así como los astros, “manda” a engendrar las semillas y a contraer la matriz; palpita en el ritmo de la vida y la muerte; y, como el hilo de la creación, teje la existencia. Y como tal, es un principio oculto, en el sentido de no ser explicado del todo con la razón.

A la luz de estas concepciones, las traducciones del fragmento analizado pueden valorarse, también, en cuanto a su acercamiento a la comprensión del cosmos desde una visión maya, atendiendo a los significados que en esa cultura ha tenido el origen y la creación. Los textos de Chávez y Tedlock pueden considerarse acertados en el sentido de transmitir la actividad y los valores primordiales en la concentración lingüística, en la expresión sonora y significativa de los verbos “vibrar”, “fermentar”, “espasmar”, “palpitar”, “ripple”, “murmur”, “sigh”, “hum”, que, además, siguen el ejemplo cultural de representar componentes complementarios del principio creativo y remiten al movimiento genésico de la vida. En ello, se diferencian substancialmente de la traducción de Recinos, sin que por ello ésta carezca de valores estéticos.

La conclusión sobre la naturaleza del origen de la creación en la cosmovisión maya

La cosmogonía maya, según el Popol Vuh y los símbolos culturales mayas, observa y reconoce que existe un punto originario de la vida, que da lugar a una realidad percibida como sagrada. Este punto originario es el contenido vibratorio total de la existencia “en reposo”. Todo lo que no había aparecido, ya existía. Todo lo que no se ha formado o lo que no se ve aún, ya existe en la vibración incesante del universo, como una nueva estrella que por su lejanía todavía es oculta, o como el agua subterránea hasta brotar en un manantial. El reposo, en este sentido, no es pasividad, sino una fuerza potencial, materia prima a toda creación presente y futura. Las principales características de tal origen, tanto en el Popol Vuh como en el simbolismo revisado, coinciden con el conocimiento moderno del origen del universo.

[1]   Aquí y en adelante en este apartado, la información sobre descubrimientos astrofísicos proviene de la página web disponible en: http://coolcosmos.ipac.caltech.edu

[2]   Cita disponible en: http://coolcosmos.ipac.caltech.edu

Conelhualtin-17
«Conelhualtin». Fotografía de Noé Zapoteco Cideño.
Para citar este texto:

Kilk, Maris. «El origen y la originalidad en la obra poética de Humberto Ak’abal» en Revista Sinfín, no. 17, mayo-junio, México, 2016, 78-95pp. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

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