Xocoyotl

¡Yo soy Motecuhzomatzin!

en casa de verdes piedras habito

Las tierras más lejanas conquisto,

De costa a costa, de extremo a extremo

Se extiende mi imperio supremo.

En mi xiuhuitzolli de turquesas

Que me ciño a diario a la cabeza

Tengo el poder, la gloria y la belleza

De este gran islote

Tenochtitlan

Ombligo de luna

De los mejores guerreros la cuna.

¡Yo soy Motecuhzomatzin!

En mi nariguera de jaguar

Se esconde el poder  del dios tutelar

Ometeotl

Señor y señora del treceavo cielo,

A quienes alimento con la preciosa sangre

Del enemigo hoy abatido

Por el implacable poder

De mi tlmahtli de azul teñido

Y mis sandalias de oro barnizadas.

Yo soy Motecuhzoma

Y una gran pena

Ensombrece mi persona:

¿Será aquél barbudo

El dios que había huido

Y vuelve para robarme la corona?

Serpiente de verdes plumas

Que gobernabas la ciudad de Tula

¿Serán tuyos los presagios

Que me hacen temblar las manos y los labios?

Durante el día encerrado me paso

En las habitaciones del templo

Buscando de los dioses el consuelo,

Mas sólo recibo de ellos el silencio

Y a veces un incendio sin motivo.

En las noches ya no pego ojo,

Pues escucho a la mujer que se lamenta

Que llora, grita y se atormenta

Mientras en mi lecho me acongojo.

De miedo quiero huir,

Mi pueblo entero me ve sucumbir

Pues los dioses se aproximan

Y entre más oro les doy más se animan.

Yo soy Motecuhzoma

Los que creí eran dioses

En mi ciudad me tienen preso,

Y aunque con ellos bien me llevo,

Oprimido siento el pecho

Pues de añoranzas se ha llenado

De aquellos días de mi gran reinado.

¿Recuerdas, oh, Motecuhzoma,

Esas más de 300 comidas,

Y a cada una de tus esposas queridas?

Hoy de eso no queda nada,

Ni el humo del sahumerio,

Ni el vapor de temazcal que visitaba diario.

Malinche es un buen compañero,

A veces con el juego y bebo,

Pero otras, sólo piensa en el dinero;

Algunos días me habla de su dios extraño,

Pero yo prefiero morir aferrado

A la fe que desde niño he amado.

¡Yo fui Motecuhzomatzin!

Hoy soy sólo Xocoyotl,

Del nombre de mi abuelo soy indigno,

Pues cobarde no defendí su imperio,

Y ahora sólo recibo de mi pueblo improperios.

Antes temido y aborrecido,

Hoy con el corazón ensombrecido

Sufro las burlas y reclamos

de aquél pueblo al que la espalda he dado.

¿Recuerdas, oh Motecuhzoma,

El sonido de los tambores

Que a la guerra llamaban desgarradores?

¿Qué hay del regreso, triunfante y victorioso

En donde la gente te llenaba de clamores?

Hoy de eso sólo queda el recuerdo doloroso

Pues todo se lo lleva el viento,

-Ehecatl-

Dejándome sólo el dolor y el tormento.

De entre el griterío del gentío,

Dicen que una piedra a mi cabeza le atinó,

Otros dicen que el español sombrío,

Con su filosa daga me atravesó,

Yo, tumbado y moribundo

Soy incapaz de recordar,

Mas con mi último suspiro

Antes de emprender al mictlan el camino,

Le encargo a Malinche de mi hija su destino,

Y con este último pensamiento

Del mundo me despido:

¿Recuerdas, oh Motecuhzoma,

El aroma de tus casas y jardines,

El sonido de tus aves y reptiles,

Y de tus hermanos los juegos infantiles?

Hoy sólo queda pena, sangre y muerte,

Arrepentimientos de un mal gobernante.

Hoy soy polvo en el olvido.

Algunos dicen que el español

Al lago mi cuerpo arrojó

Otros, que como a noble mi cuerpo se incineró.

¡Yo fui Motecuhzomatzin!

Amo y dueño

De todo el Cem Anahuac,

Entonces

¿Por qué fallé,

Señor

Mi Señor

Gran Señor?

KONICA MINOLTA DIGITAL CAMERA

Gilberto Blanco Hernández

Soy Gilberto, estudié la carrera de Historia en la UNAM y actualmente me dedico a la docencia, impartiendo las clases de Historia universal, Historia de México y Geografía. He publicado de manera independiente los libros El Castillo Amarillo y otros relatos de terror y locura (2017) y Adoradores de Dagón (2019). Actualmente trabajo en mi tercer libro de cuentos.

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