Propuesta metodológica de los Estudios Subalternos
La primera vez que vi la película Agua, de la directora Deepa Mehta me pareció una pieza cinematográfica, estéticamente, hermosa. No soy, ni remotamente una especialista en cine, sin embargo, es una de esas cintas que te deja una marca impresa en el cuerpo y en el pensamiento; un tatuaje epistemológico que se queda grabado a partir de las sensaciones y percepciones que sobrevienen en la película.
Después de un tiempo la volví a ver, pero fue a través de un enfoque teórico, desde la teoría de los Estudios Subalternos. Mi mirada se transformó por completo, esta vez la historia me pareció más profunda; la película narra la vida de uno de los grupos subalternos que por siglos ha permanecido en el anonimato y en el silencio. En este sentido, Agua es la escucha y el testimonio de las mujeres viudas de la India.
Los Estudios Subalternos
El surgimiento de la propuesta teórica de los Estudios Subalternos tuvo su origen en la India, alrededor de 1982 –cabe recordar que la India fue una colonia inglesa hasta el año de 1947–, como una perspectiva de análisis, y surge de la necesidad de contar la Historia de la India desde la visión de los grupos sociales que no pertenecían a las élites, ya fueran las británicas o las hindúes. Para Dipesh Chakrabarty: “El objetivo declarado de Estudios Subalternos era producir análisis históricos en los que los grupos subalternos fueran vistos como sujetos de la historia” (2008, p. 30).
Uno de los historiadores que fue el pilar en la construcción de esta nueva perspectiva historiográfica fue Ranajit Guha, quien concibió esta nueva forma de contar la Historia como “una relativa separación de la historia del poder de cualquier historia universalista del capital; se constituía como una crítica de la nación como forma y una interrogación a la relación entre poder y el conocimiento […]” (Chakrabarty, 2008, p. 31).
La nueva historiografía rechazaba tajantemente la perspectiva de las élites nacionalistas que sostenían que fueron los grupos de intelectuales hindúes quienes lograron la edificación del Estado-Nación y no el Imperio. El proyecto de Estudios Subalternos propone, en cambio, una nueva construcción de la Historia a partir de la visión y participación de los grupos subalternos, así, son una propuesta teórica para estudiar el colonialismo desde la visión de los colonizados, que surge a partir de una crítica a la forma en que se ha escrito la Historia oficial de la India, además proponen como categoría de análisis la noción de subalternidad y abordar el estudio de las sociedades a partir de las élites y los grupos subalternos.
La subalternidad es una categoría de análisis de los Estudios Subalternos que engloba las categorías de clase, género casta, oficio etnia, nacionalidad, edad, cultura y orientación sexual. Esta definición fue propuesta por el Grupo de Estudios Subalternos de la India, sin embargo, Ileana Rodríguez sostiene que actualmente “La subalternidad discute ahora a través de los significados de los conceptos de ciudadanías, hegemonías, subordinaciones, sociedad civil, espacio público y gobernabilidades” (Rodríguez, 1998, p. 5).
Otro punto a destacar es que una de las preocupaciones académicas y epistemológicas de los investigadores fue la búsqueda de la explicación de cómo se genera, se produce y se mantiene el dominio de las élites sobre los grupos subalternos, para ello retoman la categoría de hegemonía de Gramsci. La Hegemonía es el poder que ejercen las clases dominantes sobre el resto de la población. Este dominio se manifiesta a través de hacer, ver y pensar el mundo de la misma manera que las clases dominantes. La Hegemonía se ejerce por medio de la educación, los medios de comunicación y la superestructura, es decir, el aparato ideológico.
En otras palabras, los grupos dominantes no sólo se mantienen en el poder porque tienen el control militar, político y económico; sino sobre todo porque tienen el control de la superestructura.
Hay que mencionar que durante el periodo de colonización que Inglaterra ejerció sobre la India, existió un dominio económico, político y militar; según Guha esta dominación no se dio en el ámbito cultural y simbólico, es decir, hubo dominio sin hegemonía; para este autor la India siempre mantuvo sus tradiciones, sus religiones, su idioma, su vestimenta, su manera de percibir el mundo y, en general, sus prácticas culturales. Sin embargo, este dominio ideológico y cultural sí estuvo presente al interior de la India y se manifestó de diversas formas, ejemplo de ello, es el poder que ejercieron las élites hindúes sobre los grupos subalternos y el patriarcado característico de la cultura india.
El grupo de Estudios Subalternos propone dos metodologías para analizar la categoría de subalternidad, la primera es “la lectura en reversa” y la segunda es aprender a “escuchar la voz pequeña”.
La lectura en reversa implica analizar un documento o archivo situándolo en un contexto específico, es decir, tomando en consideración la situación real. Para Ileana Rodríguez “el método de ‘lectura en reversa’ hace posible el cambio de sentido de los patrones canonizados por la cultura ilustrada o por la historia estatal, y pone al descubierto una nueva sensibilidad” (Rodríguez, 1998, p. 4).
Escuchar la voz pequeña es saber leer y sobre todo interpretar los documentos, es encontrar esa pequeña voz, la voz de los grupos subalternos, es dar presencia a los que nunca han figurado en la Historia oficial.
A través de estas metodologías, los subalternistas han detectado que existen ciertos códigos de dominación que ejercen las potencias hegemónicas, o bien, las élites nacionalistas de un país. Es decir, que existen mecanismos ideológicos que se utilizan para imponer la cultura de las élites a los grupos subalternos. Estos códigos de dominación representan la imposición de los dominadores que se manifiestan desde la vestimenta, los comportamientos, las expresiones y en general, la visión que se tiene acerca del mundo de las élites o las potencias colonizadoras. Sin embargo, también han encontrado que estos códigos de dominación constantemente son revertidos por las clases dominadas, esto constituye una resistencia simbólica o material, propia de los grupos dominados o subalternos. A esta resistencia se le conoce como inversión de los códigos de dominación.
Agua
La película Agua es un excelente ejemplo para analizar la inversión de códigos de dominación, en ésta, los códigos de dominación no sólo son impuestos por Inglaterra, la potencia imperialista que subyugó a la India, sino también por la tradición patriarcal existente en ese país y por la jerarquización del sistema de castas. En este sentido, puede decirse que la hegemonía proviene desde distintas clases de élites y no se percibe desde un sólo enfoque de dominación.
En el caso particular de la película, puede decirse, que el código de dominación predominante es el sistema patriarcal que los hombres ejercen sobre las mujeres. No por ello, quiere decir, que no existan otros códigos de dominación, pero específicamente, en esta producción, es el más notorio.
La trama de la película se centra en el tema de las mujeres que por azares de la vida han quedado viudas. Esta condición obliga a las mujeres o niñas que han quedado en estado de viudez a vivir en una casa que alberga a mujeres de distintas castas y edades a “convivir” en un espacio destinado para este grupo subalterno.
He aquí el primer código de dominación impuesto por la cultura patriarcal. Las mujeres viudas son obligadas a cohabitar en un lugar donde son olvidadas por sus familiares. Las viudas tienen tres opciones a partir de su condición, la primera es arder con su difunto esposo; la segunda, es llevar una vida casta y, por último, casarse con el hermano menor de su difunto esposo.
Cualquiera de las tres opciones es el reflejo de una cultura en la que la mujer no tiene ningún derecho a decidir sobre su vida y mucho menos sobre su sexualidad. Sin embargo, en la película se puede observar que estos códigos de dominación constantemente son revertidos.
Una de las protagonistas, la pequeña niña Chuyia es la encarnación misma de la reinversión de los códigos de dominación. Su alegría, su espontaneidad y su frescura constituyen, ya, una resistencia a la dominación. Pero existen otras manifestaciones más explicitas de esta resistencia; por ejemplo: llevar un dulce a una de las mujeres más ancianas de la casa o cuestionar constantemente la autoridad representada por la encargada de la casa, hasta el punto de morderla, insultarla o dejar morir a su perico.
Otra manifestación de esta inversión de los códigos de dominación se observa cuando Chuyia prefiere regalar su comida al perrito de su amiga Kalyani, antes que consumirlos ella misma. La amistad que mantiene con la hermosa Kalyani, la anciana Bua y la estricta Shakuntala, constituye una reinversión de códigos de dominación y está basada en la red de solidaridad que se establece entre las mujeres hindúes.
La joven Kalyani, otra de las protagonistas, es una hermosa joven que desafía el orden establecido al llevar el cabello largo a diferencia de las otras viudas que son rapadas al ingresar a la casa, al usar brazaletes, al tener un perrito escondido en su habitación y, sobre todo, al enamorarse y decidir casarse con un joven que pertenece a la casta de los brahamanes. El enamoramiento de Kalyani, y la decisión de empezar una nueva vida a pesar de ir en contra de las tradiciones patriarcales más arraigadas en la India es una reinversión de códigos de dominación más fuertes en la película. Y también lo es la determinación de suicidarse al enterarse que el padre de su amado es uno de los hombres con quien fue obligada a prostituirse.
Shakuntala es una viuda madura que ha decidido llevar una vida casta, alejada de las tentaciones, sin embargo, se empieza a cuestionar acerca de la condición de las mujeres viudas a partir de una revelación que le hace un sacerdote y que tiene que ver con la promulgación de una nueva ley que permite a las viudas volverse a casar. Este simple acto de cuestionarse es, ya en sí, un acto de resistencia.
“Aun cuando no sea una ‘rebelión abierta’ provista de trompetas y estandarte, de todos modos representa una protesta visible y bastante audible llevada a cabo en una sociedad en la que la iniciativa y la voz se la reservan al hombre. Porque cuando una mujer que ha sido víctima, por tímida que resulte, llega a contemplarse como un objeto de la injusticia, ya ha comenzado a cumplir el papel de crítica del sistema que la victimiza. Y cualquier acción que derive de esa labor crítica contiene los elementos de una práctica de resistencia” (Guha, 1999, p. 13).
Después de saber de la existencia de esta ley, Shakuntala desafía a la encargada de la casa y deja en libertad a la hermosa Kalyani para que ejerza su derecho a contraer matrimonio con Narayan, su amado. Otro acto de resistencia de esta mujer se hace manifiesto cuando salva de un futuro nefasto a la pequeña Chuyia, tras conocer que había sido obligada por la encargada de la casa, a mantener relaciones sexuales con un hombre rico, es decir, a iniciarse en el camino de la prostitución. Shakuntala entrega a Narayan, discípulo de Gandhi, a la pequeña Chuyia otorgándole con este acto, la posibilidad de empezar una nueva vida.
Para finalizar, se puede decir que Agua es una representación de la realidad que viven miles de mujeres en la India, pero también es la materialización de la resistencia que ejerce y mantiene este grupo subalterno que por años ha estado sometido al dominio patriarcal.
Bibliografía
- Chakrabarty, D. (2008). “Una pequeña historia de los Estudios Subalternos”. Raúl Rodríguez Freire. Web, 28.
- Guha, R. (1999). “La muerte de Chandra”, http:www.vivilibros.com/excesos/12-a-04.html.
- Rodríguez, I. (1998). Hegemonía y dominio: subalternidad, un significado flotante.
- De Estudios Subalternos, G. L. (1998). Manifiesto inaugural. Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta (coords.), Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate.
Para citar este texto:
Bailón Bravo, Alicia. «Agua: filme que abre la posibilidad de Escuchar la Voz Pequeña. Propuesta metodológica de los Estudios Subalternos» en Revista Sinfín, no. 15, enero-febrero, México, 2016, 50-54pp. ISSN: 2395-9428. |
Alicia Bailón Bravo
Actualmente estoy estudiando el quinto semestre de la Carrera de Comunicación y Cultura, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Este trabajo forma parte de una serie de escritos para la asignatura de Estudios Poscoloniales y subalternos, materia que me apasiona demasiado. Además, soy madre de dos adolescentes, y durante mucho tiempo deseé volver a la Universidad, ahora estoy realizando mi sueño. El ser madre no es, o no debería ser un impedimento para ir tras nuestros anhelos y perseguir lo que de verdad amamos.