El día 10 de septiembre fue dado a conocer que en México
debe tenerse como una realidad que el suicidio es un grave
problema de salud pública.
Se considera demasiado alta la tasa de mortalidad por este medio
al relacionarla con la cantidad de pobladores del país.
Año 2013.
Me maté entre los zumbidos de indiferencia de las telarañas en los jardines
y las lágrimas de ignorancia por mi existencia
que derramaban las nubes en la hora.
Del vientre al suicidio corrió mi tiempo
entre onces de septiembre que volaban
treinta horas al día, sobre nuestras cabezas.
Así comencé mi aprisionamiento en mi no-yo desintegrado,
desintegral, no consciente al principio, perfecto. La referencia
que despertó mi -no mi- la conciencia sin sujeto,
fue la mirada
de los transeúntes exánimes. Así comencé
la crisis más importante de mi existencia atípica.
La visión
de mi tranquilidad anatural,
esa seguridad de una vida sin novedades.
Mi cuerpo se fue pudriendo por fragmentos
y yo pude sentir la dispersión de mis moléculas
entre los minerales en la tierra y aquellos organismos
de una célula tan sólo, que lentamente me comieron.
Oh qué dolor tan placentero el de esos acontecimientos
físicos y bilógicos.
Mi espíritu se manifestó primero en reacciones químicas
violentas para mi cuerpo.
Después fue el olor y los procesos metabólicos.
Dejé para siempre la regularidad. Mas no fui libre.
Ay conciencia.
Nací a la muerte como la pequeña variante
potencialmente fructífera
para el comportamiento en los dominios del ser con razón. Empecé mi muerte
como la vergonzante mentira,
la mala jugada de la totalidad
para la vida.
Yo, el que no tenía idea de lo que ocurría a mi alrededor en ningún momento,
en la muerte gané la capacidad de observar,
analizar, describir; pensé profundamente todo.
No soy libre.
Sin embargo, no cambiaría mi situación
por real o ficticio motivo.
Y cómo saber si estoy soñando
o realmente logré una vida detrás la vida.
Sí, tal vez estoy vivo y nunca salté
de ese séptimo piso.
Para citar este texto:
Sandoval Santillán, Israel Alejandro. «¿Palabras de suicida o de loco?» en Revista Sinfín, no. 2, noviembre-diciembre de 2013, México, 46-48pp. |
Israel Alejandro Sandoval Santillán
Nació el nueve de abril de mil novecientos ochenta y nueve en la Ciudad de México. Tiene un ávido interés por la literatura en general, pero su trabajo creativo se enfoca principalmente en la poesía. Llega a aventurarse, tímida y muy intermitentemente, en la narrativa y el ensayo.