Lluvia negra / Kaposkiyahwitl
Gustavo Zapoteco
(Estado de Morelos, 2019)
La Literatura Contemporánea en Lenguas Originarias expande sus ramificaciones a las nuevas generaciones, no obstante, los Maestros (así con mayúsculas) seguirán produciendo y generando las semillas para los siguientes frutos. Los nombres de los maestros se quedarán en la posteridad por haber abierto el camino hacia las letras escritas en los diferentes idiomas de México. Estos maestros se enfrentaron a la discriminación y el menosprecio de críticos y literatos que negaban la calidad artística de los textos de la Literatura Indígena, pero encontraron la fortaleza para mantenerse en el camino y, ahora, ser testigos de su trabajo en la explosión que hay en las literaturas en lenguas indígenas. Tal parece que la tendencia será abrir más senderos para la escritura de las diferentes variantes de una misma lengua y de otras que nos pueden parecer desconocidas.
Gustavo Zapoteco Sideño es uno de los grandes maestros de la literatura contemporánea en lengua náhuatl, ha publicado en diferentes medios impresos y digitales. Entre sus libros se encuentran: Cantos en el cañaveral / Cuicatl pan tlalouameh (Instituto Cultural de Morelos, 2004), Cantos del corazón / Cuicatl in yolotl (Instituto Nacional Indigenista, 2002) y Chalchihuicozcatl-Collar de jade (Universidad de Varsovia, 2014), entre otros. El Maestro Zapoteco es poeta, ensayista y traductor, originario de Topiltepec, Ziltlala, Guerrero. Ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y jurado del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), además cada año organiza el Recital en Lenguas Maternas en la zona Sur de Morelos.
Lluvia negra / Kaposkiyahwitl es uno de los últimos libros de Gustavo Zapoteco, ilustrado bellamente por la artista visual Mariana Avilés y publicado por el Estado de Morelos en el año 2019. Es un libro breve, pero no por ello, menos impresionante. Este libro escrito en náhuatl y español relata la historia de Piltsin, cuyo nombre significa “príncipe”.
Piltsin es un jovenzuelo, más cercano a la edad de la niñez que la adultez, quien trabaja en la zafra. A través de sus ojos conocemos la labor en el campo de una actividad especializada como lo es el corte de caña. En las descripciones de Piltsin también conocemos la vida en una comunidad, así lo entendemos en una de sus confidencias: “También me gusta pescar mistules, langostinos, mojarras o bagres, para que mi mamá haga un caldo, y a veces le pone carne de iguana” (11). En estas bellas narraciones también vamos aprendiendo de esta cultura milenaria y para quienes tienen la fortuna de ser parte de estas sociedades, podrán rememorar momentos semejantes.
Las narraciones sobre la cotidianidad del pueblo abren camino al descubrimiento, pues con el asombro de Piltsin, también develamos el mundo: “Pensando todo esto, no me di cuenta en que momento empecé a ayudarle a cortar caña a papá” (11). La transición entre un estado y otro se da de forma natural, sin exabruptos, como lo dice el niño: “no me di cuenta”.
Piltsin escucha los relatos de sus compañeros y lo hace con atención para reflexionar sobre su quehacer. Asistimos también a la intimidad del diálogo, cuando él deberá explicar a su primo Nitsin sobre el trabajo de la zafra. El niño comienza de este modo la historia detrás del corte de cañas: “Antes quienes cortaban la caña eran los indígenas, pero no aguantaron el duro trabajo y empezaron a morir, entonces trajeron hombres negros de África, a trabajar en muchas haciendas cañeras, dicen que por eso en Ticumán la gente tiene rasgos como los africanos” (15). Una historia antigua que aún se conserva. Por ello, podemos notar que este libro contiene la riqueza de la oralidad, por todo aquello que nos narra y que parecen relatos vagos.
En un punto Piltsin expresa –no sabemos bien si a cuenta de reclamo o qué, pero que nos hace pensar–, que: “Ahora sólo existen dos ingenios azucareros, el de Zacatepec y el de Casasano” (17). La zafra es una actividad noble, pero con una historia manchada por el abuso y la explotación por parte de los hacendados. Algo que está mezclado en el relato, pero sin afán moralista, con la mirada de unos ojos inocentes.
Un momento memorable es la explicación del fin de la temporada. La descripción hará que los lectores imaginen estar en el lugar en el que acontecen los hechos:
Como a la una de la tarde sonó de nuevo el claxon del carro de los tacos, corrimos a encontrar a Tonatsin, mi hermanita, que venía con mi mamá y varias señoras con sus hijos; eran las esposas de algunos cortadores, traían la comida, cohetes y adornos para el carro. Mi primo me preguntó por qué traían adornos y cohetes, yo le contesté:
—Son las madrinas del fin de la zafra, de la lluvia negra, vienen a adornar el carro. No lo sabías, pero hoy se termina la zafra, hoy fue la última. (23)
El libro de Gustavo Zapoteco Sideño pertenecerá a la Literatura Náhuatl Contemporánea, pero será un gran referente en la Literatura a secas, pues su gran valor reside en ser voz desde las comunidades. Ojalá que todos estuviéramos en la posibilidad de leerlo en náhuatl para empaparnos de la belleza de esta lengua, quienes así lo puedan leer seguramente será de su agrado, por el contrario, quienes nos acerquemos desde el idioma castellano, podremos enriquecernos al abrir nuestros ojos a un universo diferente, con la misma inocencia y disposición que tiene Piltsin para conocer y compartir su mundo. Lluvia negra / Kaposkiyahwitl es un libro que le puede leer sus niños y lo encontrarán maravilloso, pero no se engañe, usted también lo encontrará digno de admiración.
Los lectores pueden descargar de manera gratuita el libro aquí, también dando clic sobre la portada del libro.
Ana Matías Rendón
Sin lugar de origen ni destino. Escritora. Es hacedora de imágenes con las palabras; Ghostwriter, para ganarse la vida y filósofa, porque no le queda de otra. Blog personal: https://anamatiasrendon.wordpress.com/