El problema del negocio de “curar” la homosexualidad

Creer que la libertad es más volátil de lo que se piensa, que está sobrevalorada frente a la idea que se tiene de ella, no es erróneo ni exagerado; parece mentira que no fue hasta 1973 cuando la “Asociación Americana de Psiquiatría” eliminó a la homosexualidad de su “Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales”; “enfermedad” que se hacía presente en un mundo lleno de “individuos libres” y en su mayoría “sanos” de aquella “enfermedad mental” o “alteración de conducta”, que hasta ese momento, para los médicos y expertos de esos años, no tan lejanos como suena, entendían que como enfermedad podría curarse, ¿en serio se puede dejar de ser homosexual?

Aunque en México la discriminación y el maltrato psicológico son delitos, existe una práctica que no está penada pero que parte de la estigmatización y genera maltratos, humillaciones, sometimiento, miedo y rechazo a ti mismo; las terapias de conversión, que a pesar de que no hay una sola evidencia científica que afirme que la orientación sexual o la identidad de género se pueden cambiar, aquellos que lo promueven aseguran que la homosexualidad y la transexualidad son trastornos que pueden ser modificados.

El problema de las terapias de conversión, cuyos métodos elegidos para “curar” desde la hipnosis, electroshocks, la reclusión forzada en “clínicas especializadas en reivindicar” con inyecciones de adrenalina mientras se muestran imágenes de sexo homosexual buscando la aversión o repugnancia, no es sólo que no son para nada éticas, el verdadero problema es que no hay nada que curar. No se puede arreglar lo que no es un problema.

Hoy en día, los procesos de conversión a la heterosexualidad son llevados a cabo por grupos religiosos, donde la moral de los evangélicos toma una de las mayores estrategias publicitarias, retomando los testimonios para dar credibilidad al éxito de sus terapias, aquellos que han logrado ser “restaurados” mediante un proceso de oración para alejar aquello que es “maligno”.

Por ello, resulta lamentable, pero también entendible, que el hoy seminarista Mauricio Clark alce su voz en Twitter para pedir oración por las senadoras Citlalli Hernández y Patricia Mercado, quienes en varias ocasiones se han presentado en contra de las terapias de conversión, con la finalidad de que: “Dios tenga misericordia de ellas”, por sus acciones.

Carolina Leyva Soto

Carolina Leyva Soto. Universitaria, actualmente estudio la Licenciatura en Comunicación, en la UAEMéx. Tengo 19 años y me gusta escribir sobre lo que veo, leo y escucho.

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