Hotel Good Luck

Entramos apresurados y sudando al lobby de este pequeño teatro llamado Milán, que parece más bien un barecillo lujoso que el recibimiento de un teatro que se dice “respetable”. En una de las primeras filas de butacas, rodeados de rostros mustios primordialmente, vemos a las señoras que sólo aguardan la salida al escenario de la “estrella de moda”, Luis Gerardo Méndez.

Esta simplona comedia, Hotel Good Luck, es casi un monólogo y nos acerca a la vida de un simpático y solitario locutor de radio (que nadie escucha), que vive en el sótano de la casa de sus viejos en los años setenta. Los únicos afanes que le ocupan son su perro Miller, su psicoanalista y su neurótica novia, pero un día despierta y tiene un sueño terrible, todos sus seres queridos mueren o lo abandonan y lo peor es que esa siniestra reminiscencia se repite muchas veces.

Estas pesadillas que lo atormentan se desencadenan cuando su perro muere golpeado por un auto. Hasta entonces la trama sólo parece un tedioso golpeteo, pero cuando el protagonista le cuenta al psicoanalista sobre la primera pesadilla podemos ver los iniciales destellos de la buena interpretación de este actor que se sostiene allí, bien lograda.

La obra alterna temas como la muerte, los universos paralelos, los vínculos afectivos y avienta preguntas al aire sobre el valor de la vida, lo efímero de las cosas, mas sin la afección y profundidad que esto precisa para derribarnos del asiento y de nuestra simpleza de ánimos. Al menos han osado montar una producción, estéticamente, muy cuidada, pero muy complaciente y desafortunada en lo dramático.

No obstante, si miramos al montaje de la obra, podemos decir que es nada más y nada menos que una obra realizada a la medida de este actor, y esto ¿qué tiene de malo?, algunos nos preguntarán. Pues que es oportunista, creada coyunturalmente y aprovechando la fama del actor, porque el director y dramaturgo no explora grandes profundidades de lo humano ni nos da unos diálogos inteligentes, aunque haya momentos catárticos, como cuando Méndez lee la carta que le escribió su padre a su madre, pero esto no es suficiente y está más relacionado con la interpretación del actor que con el director.hotel_good_luck

Para trabajar los aspectos más íntimos del personaje, esta puesta en escena sí tiene sus virtudes para hacer notar, de nuevo, a nuestra estrella, pero cuando volteamos a ver los parlamentos, caemos de nuevo en esta ramplonería que mezcla frases “chistosas” y un discurso que parece inteligente pero que no llega al promedio.

Con una producción lo suficientemente grande para tener mucho movimiento en escena, la acción funciona a veces para distraernos, pero no puede captar siempre nuestra atención y estallar la sensibilidad junto con nosotros, parece un espectáculo inerte, que de vez en vez nos saca algunas carcajadas, sonrisas o momentos de reflexión pero el empuje que tiene se cae en muchos momentos, porque cuando arribamos a las líneas finales no nos queda mucho, no salimos del teatro gimoteando ni con una gran sonrisa.

Si miramos todos los afiches que se pegaron en algunas partes de la ciudad y el respaldo de una gran corporación que tiene esta puesta en escena, podemos pensar en que no es una producción que haya escatimado como también se mira en las escenografías, el diseño sonoro, la destacada iluminación, la utilería y los vestuarios que han sido cuidadosamente confeccionados y que nos hacen ver bien la intención del director, sea la que sea.

Y aunque no creamos que haya sido la intención del director, Alejandro Ricaño, convidarnos una de sus disquisiciones más personales sobre la vida y la soledad. Esta puesta en escena, sí que parece un ejercicio muy íntimo para audiencias simplonas y zalameras. No obstante, si consideramos que este autor tiene como uno de sus  antecedentes más inmediatos de lo absurdo a Idiotas contemplando la nieve podemos entender mejor la teleología de su quehacer teatral dirigida a lo inmediato y efímero de las cosas.

Para citar este texto:

Matarazzo, Dante. «Hotel Good Luck» en Revista Sinfín, no. 17, mayo-junio, México, 2016, 76-77pp. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/

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