La ausencia de lxs que sobran

Zona cero. Cómo narrar la ausencia. Cómo narrar aquello que nos recubre el cuerpo y lo socava. Cómo comprender la ausencia de alguien tan presente. Cómo comprender que te fuiste y no regresaste jamás. Terrorismo de estado. Gustavo salió y volvió sin ojos. Dictadura. En nuestrxs cuerpxs se aúna el dolor. Estado de emergencia. La mimo dijo que iba a marchar. Amaneció colgada de un árbol. Los helicópteros nos sobrevuelan. Cuatro días desaparecido. Toque de queda. Yoshua aparece calcinado. Los balazos son el estruendo que cubre Chile. Lxs cuerpxs suicidadxs por los agentes del Estado. Los milicos irrumpen en la población Lo Hermida. Nuestrxs cuerpxs torturadxs, rociadxs de químicos, cubiertxs de humo, de perdigones, de balas, de sangre. Sangre. Sangre. Nuestrxs cuerpxs vulneradxs se paran enhiestxs y resisten. La vulnerabilidad es nuestra fuerza movilizadora. No hay democracia sin derecho a protestar. Ponemos en evidencia nuestra precariedad. Escenificamos una forma de resistencia. Atadxs al lenguaje que nos sostiene. Decidimos liberarnos. No somos el nombre con el cual nos denominaron. Los ideales que se han apoderado de nosotrxs de un modo profundo pero transitorio no nos representan. Las barricadas. Los camotes. Lxs cuerpxs puestxs en riesgo. Prácticas que intentan hacer valer la existencia de lxs que sobran. Reclaman así el derecho al espacio público, la igualdad y se oponen a una policía violenta. La lucha necesita cuestionar las normas comunes. Los fusiles nos acribillan, entran por cada recodo, nos penetran. Penetran la dignidad. ¿De quiénes son las vidas que nunca están incluidas en las normas “comunes”? ¿Qué cuerpos importan?

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Fragmentos. Tortura. Trozos. Abusos sexuales. Palabras divididas. Atropellos. Narrar la ausencia es narrar el dolor que nos desgarra el alma. Es observar una luz que cambia intermitentemente. Es sentarse en la Alameda y ver como las tanquetas transitan frente a ti. Es quedarse atónita a ratos. Llorar a breves intervalos. Gritar de ira. Revestirse de miedo. Narramos algo que recorre nuestrx cuerpx, lo habita y lo desborda.

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Nos arrebataron los ojos porque decidimos no volver a cerrarlos. Ahora devenimos lobxs. Somos manada. Y aun golpeadxs, torturadxs, reprimidxs existimos. La coacción es inane. Nos pueden arrebatar los espacios, la dignidad, los ojos, la vida; pero nunca podrán arrebatarnos nuestra capacidad de amar y luchar. Resistimos. No podrán matar el amor. Resistimos. Alejandra Costamagna tenía razón. Donde está todo destruido, donde todo se está cayendo a pedazos, el roce de la piel sigue manteniendo a las personas conectadas. Los gritos ahogados unirán Latinoamérica. Trabajar en el mundo significa confrontarse con el poder (patriarcal, sin duda) y tener la capacidad de desafiarlo. Desestabilizarlo. Detonarlo.

Brotamos de la profundidad. Decidimos quedarnos, ahora íntegrxs y no a medias.

Isidora Herquiñigo G

Licenciada en Lengua y literatura hispánica en Universidad de Chile. 23 años. Santiago de Chile.

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