Dos cosas interrumpieron el sueño del terrible lagarto: el recuerdo del estruendo que había retumbado en toda la Tierra algún tiempo atrás y un fuerte dolor de estómago. Se levantó sin lograr ubicarse y buscó presuroso algo que aliviara su malestar. Poco a poco el cielo clareaba y la muerte esparcida por todas partes ya había terminado su labor. Sólo restaban escasos vestigios de su paso. El terrible lagarto se acercó a un lago y quiso beber un poco de agua, pero sintió unas ganas intensas de vomitar. Sin entender qué le ocurría, comenzó a correr como un loco. Tropezó con toda clase de obstáculos. Por donde pasaba había muchos esqueletos de dinosaurios, árboles caídos y una desolación que iba desapareciendo. Ya la Tierra se recuperaba y todo florecía de nuevo. Quiso abrir sus fauces para dejar escapar ese veneno, pero algo le decía que no debía abrirla: “Debes decir que no, debes negarte a abrir tus fauces”, eran las palabras que se repetía en la mente, como si una fuerza invisible lo estuviera manipulando. Y él se negaba a abrir la boca. Seguía corriendo con frenesí, tropezaba a cada tramo, sintiendo un fastidio cada vez más intenso. Una saliva espesa y un sabor agrio se acumulaban entre sus mandíbulas. El cansancio lo obligaba a abrirlas un poco y la saliva se escapaba con lentitud a través de sus dientes, pero él seguía corriendo, negándose a abrirlas por completo. Era algo que debía hacer por necesidad, por conservación, por amor, un favor para el porvenir; así lo sentía, como una misión que debía llevar a cabo sin importar el costo de su hazaña. Pero no pudo más, no logró contener el asco que aumentaba en el interior de su cuerpo y vomitó, escupió una masa coloide y viscosa que se movía, que iba creciendo, iba cambiando de forma. El terrible lagarto cayó sin vida y su cuerpo hizo temblar la tierra levantando polvo del suelo. Y entonces fue el hombre quien se levantó.
Para citar este texto:
Ríos Bonilla, Guillermo. «El vómito» en Revista Sinfín, no. 20, noviembre-diciembre, México, 2016, 11p. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/ |
Guillermo Ríos Bonilla
Nació en 1976 en Colombia (Florencia – Caquetá), y en el año 2004 se naturalizó mexicano. Es Licenciado en Filología Clásica por la Universidad Nacional de Colombia y Maestro en Letras Clásicas por la UNAM. Ha trabajado como profesor, investigador y corrector de estilo. Ha obtenido primeros, segundos, terceros lugares y menciones en diferentes concursos de cuento en Colombia, México y Argentina. Es autor de las siguientes obras de cuentos: Historias que por ahí andan, Los vástagos del ocio y Burbujas de aire en la sangre.