Para Abbi, quien como niña pequeña
Le encanta sentarse a oír mis historias
y pensamientos.
—¿Sabes lo que hay en esta foto? —Le pregunté a Abbi una noche fría.
—No, ¿qué es?
—Cada punto brillante es una galaxia, en cada galaxia hay millones de estrellas, por tanto, hay decallones de estrellas en esta foto. Muchas de estas estrellas, como nuestro sol, deben de tener planetas u otros objetos girando a su alrededor. Si hay decallones de estrellas en la foto, imagina que hay por lo menos el doble de ese número de planetas. Sabemos ya a muy grandes y quizá mal descritos rasgos lo que hay en la foto, pero no lo que vemos en ella.
—¿Y qué ves tú en la foto? —Me preguntó interesada, pues sabía que estaba en uno de esos momentos en que mil ideas corren por mi mente, sabía que tenía mil cosas que decir de esa simple foto. Sonrió aguardando mi reflexión.
—Cada vez que miro esta foto, una extraña sensación se apodera de mi cuerpo, especialmente de mi estómago, nunca he entendido qué me pasa o por qué me sucede, pero creo que ahora, aquí, frente a ti lo he entendido.
Al ver la infinidad que nos muestra esta foto yo miro cuán pequeño soy, que no soy ni siquiera un grano de arena en esa playa universal. Que todo lo que llamamos mundo y nos parece inmenso, es apenas una molécula dentro de este cuerpo celestial. Pienso que hay un millar de secretos por descubrir, que en nuestros cientos de años de historia no hemos dado más que un paso.
Veo también la belleza en su máximo esplendor, esa conjunción, esa paz, esa lucha constante, esa luz, esos colores, esa infinidad de posibilidades entre la vida y la muerte…. En fin, creo que si existe un dios, ese dios no es el que a lo largo de nuestra historia hemos intentado descifrar por medio de las religiones, sino que dios debe ser esa armonía y exactitud de millones de millones de objetos cada cual bello a su modo que conviven juntos. Yo en esa foto miro lo imposible, hecho realidad. Pero además, puedo ver el pasado y así pensar en el futuro.
—¿El pasado, dices?
—Sí, el pasado, te explicaré por qué. La luz del sol que vemos cada mañana tarda aproximadamente ocho minutos en llegar a la Tierra, o sea que la luz que vemos salió del sol ocho minutos atrás, de modo que si el sol fuera un foco y alguien lo apagara, tardaríamos ocho minutos en darnos cuenta pues nos seguiría llegando la luz que salió previo al apagado. Ahora bien, esa foto, tomada hace algunos años, nos muestra como era esa zona hace millones de años, literalmente es una foto del pasado, no podemos saber cómo es actualmente esa zona, porque su luz, su imagen, tarda millones de años en llegar a nosotros; quizás al momento de tomar esa foto ya algunas de esas galaxias estaban muertas.
Visto de otra forma: suponiendo que en una de esas miles de galaxias, en uno de esos millones de sistemas solares, en uno, en sólo uno de esos millones de millones de planetas hay vida, y esa vida es tan desarrollada que tiene un telescopio mil veces más potente que el que tomó esta bella imagen, entonces el día de hoy deciden utilizarlo para tomar una foto de la zona donde se encuentra nuestro sistema solar, ¡pum! La foto es capturada pero, ¿qué crees?, en la foto se ve una nube de polvo estelar que en algunos millones de años se convertirá en una estrella, nuestro sol; entonces si ellos tomaran la foto ahorita, verían nuestro sistema solar apenas en formación, verían cómo era todo esto hace millones de años, pues apenas les estaría llegando la luz, la imagen de esa época. No verían nuestro pasado, verían el pasado del sol.
Es por eso que ver esa foto es ver el pasado, pero mira bien esa foto, mira bien esa región del universo. Dime, ¿ves algo más?
—¿Hay algo más que veas que la inmensidad y hermosura del universo en esta foto?
—Por supuesto. Ver esta foto no sólo me hace sentir minúsculo, pequeño, como una gota en un mar sin fin; cuando veo esta foto también me veo a mí, y te veo a ti.
Y es que esta foto también me hace sentir grande, gigante, maravilloso… Es porque nosotros mismos somos un universo, lo llevamos dentro; porque ver esas miles de galaxias que tienen millones de estrellas también puede hacerme ver los millones y millones de células que hay dentro de mí. En primera instancia, ver cómo tantos miles de millones de objetos conviven en armonía y a la vez en constante lucha en el cosmos puede parecer muy complejo y casi imposible, pero luego pienso que lo mismo sucede dentro de mi interior y me doy cuenta de que no somos tan pequeños e insignificantes como el universo puede hacernos parecer, sino que somos tan grandes y complejos como él mismo.
Esta foto me hace pensar que no se necesita un telescopio para ver el universo, sólo hace falta cerrar los ojos y saber que lo tenemos dentro, porque, ¿Alguna vez te has detenido a pensar en todo lo que hay y funciona dentro de ti? Es tan amplio, complejo y hermoso como lo que hay afuera, en el universo.
¿Y tú, qué ves en esa foto?
Gilberto Blanco Hernández
Soy Gilberto, estudié la carrera de Historia en la UNAM y actualmente me dedico a la docencia, impartiendo las clases de Historia universal, Historia de México y Geografía. He publicado de manera independiente los libros El Castillo Amarillo y otros relatos de terror y locura (2017) y Adoradores de Dagón (2019). Actualmente trabajo en mi tercer libro de cuentos.
quizás el pasa.- maravilloso relato.
QUIZÁS EL PASADO-MARAVILLOSO RELATO-
Muchas gracias. Siempre es un placer saber que alguien disfruta leyendo un pedazo de mí.