Los laberintos del yo-indio Sobre el ser y la palabra indígena

Hace mucho tiempo esta tierra no tenía nombre. Era una única urbe, una tierra sola, infinita eternidad del espacio. Los indios no éramos indios, sólo éramos lo que queríamos ser, sin dudar y sin cuestionar nuestra naturaleza.

Vivir era un asunto banal, nuestros dioses nos protegían, las guerras las ganábamos o las perdíamos pero nuestro ser seguía ahí, intacto, incólume, sin fronteras, sin hombres distintos, sin agachar la cabeza ni escondernos de las miradas ajenas.

Hace mucho tiempo desembarcó un genovés en las tierras supuestas Indias y el destino cambió. Tiempo después llegarían los hombres de hierro forjado, de lengua bárbara, con olor a extraña religión y modos extravagantes. Con espada y cruz conquistaron los nuevos espacios, la sangre de muchos antepasados fue derramada sin miramientos, la servidumbre de los vencidos se instauró y, con ello, su palabra, la palabra extranjera que tendríamos que aprender y…

Si esa misma realidad la mudáramos de sentido, ¿sería traicionarnos? ¿Sería ocultar la verdad? ¿Qué verdad? Fue una guerra, eso es todo. La historia de la humanidad está manchada de la sangre de los pueblos. Hace más de quinientos años llegaron nuevos seres, colores diferentes se impregnaron en nuestra piel y nuestra sangre dio origen a nuevos familiares. Hoy somos indios, hoy compartimos la tierra, hoy tenemos que hacer surgir, nuevamente, nuestra palabra.

El estudio de los indios y sobre los indios está integrado por todas aquellas personas que buscan su pasado genealógico del padre o la madre, los que quieren comprender para satisfacer su interés académico e intelectual, los que se preocupan por la cultura originaria para que no desaparezca porque sienten es suya; creen, en ocasiones, saber más que nosotros sobre nosotros mismos; hablan entre ellos, como si no les escucháramos, sobre nuestra cultura, normas, lengua, costumbres y moral; a veces nos hablan para decir qué se debe hacer y cómo tenemos que ser.

Los indios tenemos que hablarnos a nosotros mismos, y aprender a dirigirnos hacia ellos y a saber cómo son, para también comprenderles. Los indios, por circunstancias ajenas fuimos homologados a una misma identidad, sin mirar las diferencias que hacían de la etnia y de la comunidad una distinta a otra.

Pero hicimos lo mismo, “ellos” son todos los que no son indígenas. Aprendimos que ellos son el enemigo, se fomenta su alejamiento y el repliegue a las propias costumbres, tradiciones, tierra y lengua. Ellos, sin embargo, también son distintos.

«Tlacolula», sketch de Marie Le Glatin-Keis
Para citar este texto:

 

Matías Rendón, Ana. «Los laberintos del yo-indio Sobre el ser y la palabra indígena» en Revista Sinfín, no. 2, noviembre-diciembre de 2013, México, 82-85pp.
Ana Matías Rendón
Ana Matías Rendón

Sin lugar de origen ni destino. Escritora. Es hacedora de imágenes con las palabras; Ghostwriter, para ganarse la vida y filósofa, porque no le queda de otra. Blog personal: https://anamatiasrendon.wordpress.com/

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