El Wilde de Olmos

Retrato de Oscar Wilde por
Albert Edouard Sterner (1893)

Óscar Wilde es uno de los personajes históricos más importantes de la comunidad LGBT mundial. Estudiosos de la cuestión gay, como el filósofo francés Didier Eribon, consideran que los procesos judiciales por sodomía en contra de Wilde —en los que fue sentenciado a realizar trabajos forzados durante dos años en condiciones infrahumanas y desmoralizantes—, marcaron un hito en la historia de la lucha por el reconocimiento de los derechos civiles de la comunidad gay, pues provocaron “una verdadera conmoción en las conciencias, y su nombre [el de Wilde] se convertiría muy rápidamente, para muchos homosexuales, al menos masculinos, en el símbolo tanto de la cultura gay como de la represión que suscita ineluctablemente en cuanto se esfuerza por mostrarse a la luz”. (Eribon, 1999, p. 199)

Esta toma de conciencia se desarrolló lentamente durante el siglo XX en los principales países occidentales y encontró su punto más álgido en 1969, con los disturbios del bar Stonewall Inn, en Nueva York. Este incidente que se convirtió en punta de lanza para que grupos de homosexuales en todo el mundo comenzaran a organizarse para exigir derechos y libertades. En México, la lucha por la liberación homosexual se consolidó a finales de los años setenta —la primera marcha de Liberación Homosexual fue en 1979— y principios de los ochenta. Durante esos mismos años, el dramaturgo y guionista Carlos Olmos comenzó a escribir El Dandy del Hotel Savoy, muy probablemente influenciado por ese ambiente de apertura y reivindicación homosexual que Alejandro Brito, en su ensayo “Por el derecho a todos los derechos”, describe como una “salida masiva del closet”. (Brito, 2010, p. 243)

El Dandy del Hotel Savoy fue escrito en un contexto histórico que permitió un boom de literatura gay mexicana en el que destacaron autores como Luis Zapata —El vampiro de la colonia Roma (1979) y Melodrama (1983)—, y José Joaquín Blanco —Las púberes canéforas (1983). Sin embargo, este boom fue precedido por obras teatrales de temática LGBT que fueron montadas por la dramaturga y directora lesbiana Nancy Cárdenas. En 1973 estrenó, con mucho éxito en el Teatro de los Insurgentes, Los chicos de la banda, obra escrita por Mart Crowley que causó “gran escándalo en los medios de comunicación, sobre todo porque las autoridades pretendieron prohibir su escenificación” (Peralta, 2010, p. 119). Cuatro años más tarde Cárdenas volvió a causar polémica con el estreno de la exitosa Las amargas lágrimas de Petra von Kant, de Reiner Werner Fassbinder, en la que escenificó una historia de amor lésbico.

Dibujo de Oscar Wilde
por Ralph Hodgson

Durante la década de los ochenta, ya dentro de ese boom de liberación homosexual en la literatura y las artes, comenzaron a montarse más obras teatrales de temática gay. Entre ellas destacan Los gallos salvajes (1986) de Hugo Argüelles y El eclipse (1989) de Carlos Olmos. También en esos años surgieron grupos teatrales dedicados a montar obras en el género del cabaret, las cuales se presentaban en teatros pequeños, restaurantes y bares de ambiente gay; destacan los trabajos de Tito Vasconcelos y la Kitsch Company, la cual se presentaba en el mítico bar El Nueve.

La obra El Dandy del Hotel Savoy fue estrenada en 1990, cuando la pandemia del sida reanimaba los discursos homofóbicos de un gran sector de la población que veía al sida como un “castigo divino”. Este ambiente adverso para los homosexuales fue también una oportunidad para responder a los argumentos conservadores. Quizás fue esto lo que motivó a Olmos a estrenar esta obra que comenzó a escribir diez años antes, pues, como dice Didier Eribon sobre la importancia de la figura de Wilde y los juicios por sodomía en su contra: “la injuria histórica que ha representado el discurso homofóbico y su inscripción en el orden social, jurídico y cultural han sido los cauces para la creación de un contra-discurso, de una palabra autónoma, que han hecho aflorar y existir a través de los siglos una conciencia de sí y una memoria colectiva”. (Eribon, 1999, p. 199)

Sin embargo, para Carlos Olmos el juicio contra Wilde no fue únicamente por su orientación sexual, sino también por el contenido de su obra literaria, la cual desafiaba los discursos moralistas de la época victoriana, principalmente el referente al del “amor que no se atreve a decir su nombre”. Esto lo menciona Olmos en el prólogo de la edición de El Dandy del Hotel Savoy de Plaza y Valdés (1995):

Mi idea original consistía en mostrar a Oscar Wilde como un personaje trágico desfigurado por las fuerzas represivas de una sociedad que siempre advirtió el álgido poder de su palabra sin estar dispuesto a tolerarlo.

Lo extenso de su obra literaria y mi convicción de que Wilde en realidad fue juzgado por ella, se convertían a cada momento en dificultades estilísticas y técnicas casi insuperables. (pp. 5-6)

Caricatura de Oscar Wilde (1895)

El Wilde de Carlos Olmos es el hombre derrotado de la cárcel de Reading. Toda la obra sucede en ese ambiente carcelario decadente y desolador en el que Wilde vivió dos de sus últimos años de vida. Inspirándose en la atmósfera que Wilde describe en su poema La balada de la cárcel de Reading, Olmos recrea los momentos más importantes del juicio contra el escritor irlandés usando recursos escénicos que combinan el escenario de la cárcel con representaciones del juicio en flashbacks escenificados.

Así, en una puesta en escena de El Dandy del Hotel Savoy encontraremos a dos Oscar Wilde. Uno es el dandy exitoso que paseaba por las calles de Londres acompañado de jóvenes hermosos y visitaba los lugares más exclusivos, como el sofisticado Hotel Savoy, al que hace referencia el título de la obra. El otro es el prisionero C.3.3., un hombre derrotado y con pocas ganas de vivir que observa cómo maltratan a El idiota, personaje inspirado en Charles Thomas Wooldridge, antiguo soldado de la Guardia Real a Caballo que fue colgado en la cárcel de Reading por “matar lo que ama” y a quien Wilde le dedica el extenso poema antes citado.

En ese juego escénico en el que conviven los recuerdos de Wilde con su deprimente realidad, Olmos va recreando las posturas del protagonista ante la vida; como su amor a la cultura y los ideales de belleza de la Grecia Antigua, los cuáles trató de llevar a cabo en Inglaterra —como el amor entre hombres, en especial el de uno mayor hacia uno joven, que es por lo que oficialmente se le enjuicia—. Recrea, por ejemplo, su enfrentamiento con los discursos de poder, como el de la psiquiatría:

MÉDICO: No debería quejarse. Ordené que aumentara su ración de pan.
C.3.3: Aumentaron también los astringentes para calmar nuestros desórdenes intestinales.
MÉDICO: Son imaginarios. Los hombres como usted sólo imitan lo peor de las mujeres; la sensibilidad.
C.3.3: Usted jamás podría entender que el mundo está en nuestro cerebro como una perla sagrada.
MÉDICO: ¡Me basta verlo para entender la patología de un cerebro enfermo! (p. 61)

Sin embargo, las escenas más destacadas de este texto dramático son aquellas en las que el fiscal presenta extractos de los libros de Wilde como prueba de su condición de sodomita y pervertidor de Lord Alfred Douglas. De esa manera Olmos hace un recorrido por la literatura wildeana, destacando textos como Retrato de Mr. W.H., El retrato de Dorian Gray, poemas y cartas que le envió a Douglas y otros jóvenes, y el polémico ensayo El alma del hombre bajo el socialismo. Este último es muy significativo, pues parece afianzar la idea del Olmos de que Wilde fue juzgado por las ideas que plasmaba en sus libros, las cuales desafiaban el orden establecido:

WILDE: Sólo aboliendo la propiedad llegaremos al verdadero, bello y saludable individualismo.
CONSTANCE: Nadie derrochará su vida acumulando cosas y símbolos de cosas.
WILDE: ¡Se vivirá!
C.3.3: Y vivir es lo más raro que hay en el mundo.
CONSTANCE: Porque la mayoría sólo ‘existe’.
WILDE: Se vivirá, sí. ¡Se vivirá! (p. 98)

La obra de Olmos finaliza con la salida de C.3.3. de la cárcel de Reading; es decir, quien queda en libertad no es el dandy que desafiaba la moralidad victoriana, sino el hombre en que esa sociedad lo convirtió y que moriría pocos años después en París, solo y derrotado. Sin embargo, aquel dandy continúa vivo en su obra literaria y en sus ideas libertarias que, entre los años setenta y noventa, fueron reivindicados por la comunidad gay internacional.


Bibliografía

Brito, Alejandro, “Por el derecho a todos los derechos”, en Schuesler, Michael K. y Miguel Capistrán, México se escribe con J, México, temas de hoy, 2010, p. 243.

De Villena, Luis Antonio, Oscar Wilde [Biografía], Madrid, Biblioteca Nueva, 1999.

Eribon, Didier, Reflexiones sobre la cuestión gay, Barcelona, Anagrama, 1999, p. 199.

Olmos, Carlos, El Dandy del Hotel Savoy, México, Plaza y Valdés, 1995, pp. 5-6.

Peralta, Braulio, “Soy lesbiana, soy hermosa”, en Schuesler, Michael K. y Miguel Capistrán, México se escribe con J, México, temas de hoy, 2010, p. 119.

Wilde, Oscar, La balada de la cárcel de Reading, Madrid, Ediciones Hiperión.

Wilde, Oscar, De Profundis, Madrid, Ediciones Siruela, 2000.

Helder Ariel
Helder Ariel

Historiador en arte y literatura.

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