Entre el mito y la alquimia

Marie Le Glatin Keis Sketch sobre Francisco Toledo

Hace apenas unos años, la impresión de ver a un hombre de aspecto primitivo en la televisión cual personaje extraído de algún libro de Carlos Castaneda, propició mi curiosidad de saber más sobre el imaginario que sugería cada palabra que pronunciaba en un léxico culto y algo indescifrable por su voz quieta, casi muda; un cabello tan de brujo o alquimista, ademanes seguros y dinámicos que hacía en el aire como si este se tratase de un papel en blanco o un soporte cual fuera el material para dibujar imaginariamente cualquier cosa, excepto un discurso a modo del entrevistador y la cadena televisiva. Su nombre: Francisco Benjamín López Toledo; pintor, escultor, grabador, activista social, editor, promotor cultural y, sobre todo, alquimista que transformaba cualquier material que se encontrase en sus manos o a su alcance en crónicas de una temporalidad inexacta, donde la iconografía prehispánica convivía con elementos discursivos de la política y la cultura contemporánea. 

Entre la zoología fantástica y la fantochería como sentenció Margarita Nelken, Francisco Toledo sobrevalorado o no, representa una generación perdida; tan arcaico como el arte aborigen y prehispánico, pero tan moderno y contemporáneo como cualquier otro creador de nuestra época; infatigable manipulador de la temporalidad estilística e iconográfica, reinventaba materiales, técnicas y el uso de utensilios cotidianos para hacer de ellos los cómplices que daban forma a la iconografía de sus más representativas pinturas, esculturas y grabados, como la de los indios remisos realizado en el taller de Mario Reyes y la Colección Kafka cual relato ideográfico contrapone la historia del hombre que se convierte en escarabajo a la del mono, que se convierte cada día más en hombre.

Nacido en la ciudad de México en 1940, Francisco Benjamín López Toledo, creció entre el calor de las tierras juchitecas, observando el maravilloso paisaje que ofrecía el Istmo de Tehuantepec, entre iguanas, sapos, serpientes y grillos, entre el sonar de la música oaxaqueña, la fiesta y el olor a cuero y piel de zapatos que hacían del negocio familiar un importante sustento económico. Detrás de ese mundo onírico, un niño de piel morena, tímido en su personalidad y absoluto en su determinación rayaba todo lo que estaba a su paso, dibujando incansablemente las historias de los abuelos y el mundo político de José F. Gómez; factores que determinaron los temas que se verían reflejados en la mayoría de sus piezas. Lector incansable de libros y contextos, activista y fundador de centros culturales como el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y el centro fotográfico Manuel Álvarez Bravo, entre otros. 

Dentro de su producción pictórica y gráfica podemos encontrar la serie de los indios remisos, zoología fantástica, informe para una academia inspirada en el mundo literario de Franz Kafka, ilustraciones de cuentos populares como el Coyote y el Conejo, Pinocho; así como la célebre mujer perseguida por peces que en 1993 se encontraba evaluada en 800 mil dólares y cuya historia además de su contenido, va acompañada de la afrenta que algún estudiante francés anónimo realizó en su afán de llevar a la realidad la representación penetrante de los pequeños peces, con la acción de introducir en un acto casi injurioso un lápiz, bolígrafo o cualquier otro objeto para hacer un pequeño orificio de 6 milimétricos en la pintura, lo que propició el enojo del creador y el pago de la cantidad de 2500 dólares por parte de la galería Pompidou de París para su restauración.

Francisco Toledo como lo bautizó el galerista Antonio Sauza tan enigmático, chamánico y alquimista, trastocaba en cada palabra que pronunciaba y línea que dibujaba o desdibujaba, las fibras más sensibles de la realidad cultural y política de México, usando un lenguaje, por mucho sencillo y conocido, casi elemental y prehispánico que con el uso de técnicas como el grabado, la pintura y la escultura proporcionaba una lectura diferente del mundo que nos rodea, desde la visión más primigenia del ser humano, el de la desnudez y la irracionalidad, el del animal-hombre, casi mitológico y divino que en su función de creador del mundo, fecunda con violencia y sujeta a la vida entre sus lacerantes intenciones para que de ella nazcan junto con el imaginario creativo de Toledo elementos oníricos con mensajes muy realistas, que rememoran los colores y las esencias de un México pasado, cuando la naturaleza se vivía a flor de piel y los niños corrían descalzos detrás de las iguanas brincando alegremente como chapulines de mil colores, y en donde lo orgánico y natural se convierten en colaboradores indiscutibles para la recuperación de una cosmogonía ancestral, casi perdida.

Marie Le Glatin Keis Sketch sobre Francisco Toledo (Oaxaca)

José Eduardo Que Rosado

Licenciado en historia por la Universidad Autónoma de Campeche, docente y colaborador de la revista Magazine Universitario, fundador y colaborador de la revista Espíritu Normalista. Colaborador de la gaceta Instituto Campechano.

Una Respuesta a “Entre el mito y la alquimia”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *