Etgar Keret: escapando de la realidad

Cuántos de nosotros no hemos querido cambiar de vida, de nombre, incluso de profesión y las razones para ello son variadas: relaciones sentimentales, el trabajo, la insatisfacción personal, la política o economía del país, entre otros.  Todos los días hay en algún lugar del mundo una persona que quiere ser literalmente “otra”. Y es en estos momentos cuando la literatura se vuelve una fiel amiga, pues como dice George R.R. Martín “Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”, sin embargo ¿qué sucede cuando los personajes de los libros que lees también buscan ser otros? Y no sólo eso, sino que al final de tu lectura te das cuenta que conociste la vida que deseaban, mas no la que tenían.

Nunca había leído a un escritor israelí, así que cuando me recomendaron De repente un toquido en la puerta (2012) de Etgar Keret no dudé en conseguirlo. Lo primero que hice cuando lo tuve en mis manos fue hojearlo y buscar el índice. El libro contiene 39 historias con títulos que, a simple vista, despiertan el interés del lector y hacen que uno se pregunte: ¿de qué tratará?, sin saber que nada es lo que parece.

Conforme avanzaba en la lectura experimentaba una mezcla de emociones: sentir que te asfixias y buscar desesperadamente un resquicio por donde el aire entre o por donde, tal vez, tú puedas salir; la melancolía, aunque irónicamente sonrías, o simplemente coraje por aquello que no se puede cambiar.

Etgar Keret muestra la vida cotidiana de quienes viven en Israel mediante historias cortas, donde los personajes pelean con sus prejuicios, sus miedos, sus deseos, su necesidad de hallar respuestas y por qué no, hasta sus creencias religiosas. Además, utiliza el humor negro para presentar la situación de su país, aminorando los sentimientos de frustración, indignación, tristeza, miedo, ira. Por ejemplo, en el primer cuento, que comparte título con el libro, los tres hombres (un sueco, un soldado marroquí y un repartidor de pizzas) amenazan con matar a Keret, el personaje principal, si no les cuenta una historia. La justificación para tal acción se encuentra de manera explícita dentro del cuento: “No seas tacaño, los tiempos que corren son muy malos, entre el desempleo, los atentados y los iraníes. La gente está sedienta de otra cosa. ¿Qué crees que nos ha traído hasta tu casa a unas personas normalitas como nosotros? La desesperación, hombre, la desesperación”.

En cuanto dejas de divertirte con la historia inacabada por la frase “de repente alguien toca la puerta con los nudillos”, te preguntas como lector ¿qué tan difícil puede ser la situación de la gente en ese país, en el que, sin importar profesión ni nacionalidad, las personas buscan una historia diferente a la suya, aunque para conseguirlo tengan que recurrir a la violencia de la que tanto huyen?

La cotidianidad que nos presenta Keret contempla la violencia de diversas formas, una de ellas son los atentados terroristas, de los que sólo escuchamos o leemos en los medios de comunicación y que al hallarse tan lejos de nosotros únicamente provocan indiferencia. En los cuentos “Huevo sorpresa” y “Joseph” este tema se maneja desde puntos diferentes. En el primero, el personaje principal pierde a su esposa en un atentado, mientras que, en el segundo, el personaje charla con un hombre que sabe lo que están a punto de sufrir.

Como dije al principio, nada es lo que parece, y “Huevo sorpresa” es un ejemplo de esto. El título nos remite a la infancia, cuando gozamos de ese chocolate en forma de huevo que traía un juguete dentro y nos causaba alegría, sin embargo, el autor lo utiliza con sentido analógico en una autopsia, porque parece obvio lo que encontrará al realizarla, pero se lleva una gran sorpresa.

Etgar Keret juega con la realidad, permite que sus personajes entren a mundos inimaginables y se encuentren con sus miedos. Así, Robi es capaz de conocer todas las mentiras que ha dicho a lo largo de su vida en un lugar que se llama “Mentiralandia” y el reo, que es sentenciado a pena de muerte por matar a varias personas incluidos niños, reencarna en el oso de peluche Winnie Pooh.

El escritor pone a sus personajes cara a cara con el resultado de sus acciones, dándoles la oportunidad de arrepentirse, pedir perdón o regresar el tiempo para cambiar lo que hicieron mal: Robi se da cuenta de que si quiere mentir debe hacerlo creando personajes felices y el reo se arrepiente de haber matado niños. También está el hombre que sin querer mata a su esposa y cuando cree que ella ha reencarnado en un poodle le dice que no fue su intención dejarle caer el armario.

En De repente un toquido en la puerta, los personajes matan por una historia o por sostener su realidad oculta tras la puerta, no saltan de las páginas con la intención de ser vistos ni te toman de la mano para que los acompañes, todo lo contrario, se aferran a las hojas y de ser posible te dan la espalda. El hombre que acude al mismo restaurante todos los días y toma vidas que no son las suyas, no quiere que le digamos que está sólo y que ese no es su nombre ni su oficio. Madja tampoco quiere que la juzguemos por abrir su restaurante un día después del entierro de su esposo.

Quién puede juzgar las decisiones de hombres y mujeres que viven cada día con miedo y con la incertidumbre de no saber en qué momento la muerte los abrazará. No obstante, el lector puede creer que comparte sus emociones y estremecerse en su sillón, dándole vuelta a la página lentamente para encontrarse con una historia, otra de tantas que no logrará evitar el sentimiento de vacío que ha quedado en su interior.

Este libro nos brinda una amplia gama de historias y de personajes, quienes escapan a su manera de la vida que no han podido cambiar. Para algunos bastó con cerrar los ojos, otros recurrieron a dimensiones desconocidas, hubo quienes repitieron “quiero” tantas veces como les fue posible, confiando en que de esa forma verían su deseo cumplido, finalmente, estuvieron los que confiaron su destino a un fantástico pez dorado. Sin embargo, todos estos personajes compartieron el mismo sentimiento de soledad, y cuando digo esto, no me refiero a la soledad sólo como falta de compañía, sino también vista como un sentimiento nostálgico. Ahora bien, la soledad en muchas de las historias llegó con la muerte que, si bien es algo inevitable para todos, siempre está más cerca de unos que de otros.

Etgar Keret usó la cotidianidad como punto de partida para la creación de historias fuera de lo común, con personajes que se derrumban y a los cuales, al final les da una esperanza para comenzar de nuevo. Su interés por formar parte de ese mundo que no le es ajeno, se muestra en las historias en donde él participó como personaje, o en las que su oficio como escritor jugó un papel fundamental. De repente un toquido en la puerta no sólo es un compendio de cuentos, sino un breve recorrido por los momentos difíciles de una sociedad. Con un lenguaje sencillo, Keret brinda la posibilidad a sus personajes de cambiar, aunque sea en su obra, los días tristes que volverán con la puesta del sol, consigue a través de sus líneas que el lector se interese por la vida de quienes poco se habla.

Adaliz Patricia Estrada Torres

Estudió la licenciatura en Lingüística y Literatura hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Actualmente es profesora en nivel media superior.

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