Dulce mano fría

Y allí lo veo, me llama. ¡Clama por mí!

Me acerco hipnotizado al camino sin regreso,

Ya siento su mano fría llevándome al deceso,

¡Oh, dulce mano fría!

Si pudiera resistirme a ti…

Cierro los ojos para dejarme llevar,

Mi respiración se termina

Mi voz  ya desafina

¡Oh dulce mano fría!

Antes del final, permíteme contigo poder hablar.

Siento ya mi último suspiro

Y me pregunto si sabrás tú lo que es abrigo,

Un abrigo de abrazos, calor femenino.

Quizá no sepas lo que es jugar con su ombligo

Y de la nada, provocarle el delirio

Al recorrer su vientre con tu dedo frío.

En mi último instante sombrío

La contemplé…

Y en mi último exhalo de vida,  la desafié

¡Oh dulce mano fría!

Si supieras que morir es volver a nacer.

¿Y tú, querido amigo

Sabrás como Thánatos lo que es robar el último respiro,

Robarlo con un orgásmico castigo

Y no con un suspiro

Como el cadavérico enemigo?

Gilberto Blanco Hernández

Soy Gilberto, estudié la carrera de Historia en la UNAM y actualmente me dedico a la docencia, impartiendo las clases de Historia universal, Historia de México y Geografía. He publicado de manera independiente los libros El Castillo Amarillo y otros relatos de terror y locura (2017) y Adoradores de Dagón (2019). Actualmente trabajo en mi tercer libro de cuentos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *