Pavoroso Bramido

Ojalá sólo nos quemara el deseo,

ojalá fuéramos simples bestias apetecibles,

que tuviéramos por alcázar el lodo y la tierra

untada en nuestras sienes como ruines puercos.

Que nuestra imaginación y nuestras memorias

Se ciñeran en señales sordas, compuestas sólo del tacto,

Y que los gimoteos fueran sólo una estampa de vida

Apenas una rúbrica de caducidad para la muerte.

Así no desearíamos las estrellas,

tampoco entramaríamos artilugios de empeñoso idealismo.

Ni siquiera el amor sería tan mentado y pisoteado

No habría sueños tan elaborados,

Ni tragedias de los atemperados a la primera leve tumba.

El amor es congojoso por eso suda a uno con el fluvial de Baco,

por eso  se mantiene alerta al peligro de la bestia

porque quiere, pero no sólo como el pavoroso bramido del perro.

Fotografía de Gabriel Chazarreta
Para citar este texto:

Muñoz Peralta, Rocío. «Pavoroso bramido» en Revista Sinfín, no. 2, noviembre-diciembre de 2013, México, 36p.
https://www.revistasinfin.com/revista/

Rocío Muñoz Peralta

Diletante de la filosofía, de la literatura y del cultivo de las lenguas. Hace poco descubrió su gusto por Muerte sin fin de José Gorostiza. Hay una frase recurrente en su memoria: “¿tienes intención de matarme? No hay carne ni sangre bajo este manto. Solo soy una idea.” Alan Moore.

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