Polvo de ojos
sólo ocurre en un descuido
o cuando ella me está mirando
lo sé, porque la conozco.
Es un poco más clara que el polvo
se adhiere en mí, y toma colores distintos.
En los dedos y los pies toman un color rosado difuminado.
cuando toca las orejas toma un color a pan.
A los labios sólo los barniza, los deja sutilmente brillantes.
Cuando uno duerme se acumula y se vuelve oro.
(Las personas cuando duermen lloran oro.)
Polvo de ojos en mí, en mi mejilla
pero eso sólo ocurre cuando
me descuido.
Ella se acerco a mí
lo sé, porque el polvo de sus ojos no llega muy lejos.
Si la distancia es larga, poco a poco cae al piso y se vuelve tierra
y lo empuja el viento, llevándose el sentimiento eterno
para no morir.
Ahora quizás estemos de frente.
Polvo de ojos en mí, en mi mejilla
y en el recuerdo de las personas escarchadas como nosotros;
se empolvan así, mostrando las huellas
de los dedos, de las caricias, que delatan el amorío.
Para citar este texto:
Crespo Escalante, Antonio Javier. «Polvo de ojos» en Revista Sinfín, no. 19, septiembre-octubre, México, 2016, 63p. ISSN: 2395-9428: https://www.revistasinfin.com/revista/ |
Antonio Javier Crespo Escalante
23 años. Mérida, Yucatán. Estudiante de Periodismo